Francisco Javier Nieves Aguilar
Ni Omar ni yo esperábamos esa llamada. Nos tomó por sorpresa, pero acudimos solícitos a la cita; “Ojalá y puedan venir el viernes, pero de no ser posible los esperamos entonces el próximo martes”, nos anunció el doctor Moreira, del área de Nefrología del Centro Médico de Occidente.
El citado galeno nos explicó que se estaban haciendo unas investigaciones respecto a ciertas “alteraciones” que habían detectado en algunos donadores y pacientes que recibieron un trasplante de riñón, en los primeros meses del 2009.
La duda nos asaltó: “¿A qué alteraciones se referían los doctores?; ¿Sería el caso de nosotros?; ¿A qué tipo de estudios seríamos sometidos?”.
Omar y yo nos miramos mutuamente, sorprendidos; “¿Y a qué horas hay que estar allá?”, preguntó mi hijo. “Pues de las siete a las ocho de la mañana”; le respondió el doctor Moreira.
Optamos por acudir el martes, plagados de inquietudes. A las cuatro de la mañana partimos de Ahuacatlán hacia al Centro Médico. No hubo contratiempos, pues arribamos justo a las siete de la mañana menos 3 minutos.
Rápido fuimos atendidos. Se trataba sólo de una muestra de sangre, la cual, según se nos explicó sería cotejada con los resultados de las biopsias post operatorias; “Estamos realizando unas investigaciones”, insistió el doctor Moreira; pero antes nos entregó una hoja donde estampamos nuestra firma, a manera de autorización.
Regresamos a Ahuacatlán un poco más tranquilos, pero el lunes volvimos a ir a Guadalajara para otras muestras de laboratorio ordenadas previamente por los especialistas, es decir los nefrólogos; esto es para darle continuidad al tratamiento de Omar.
Y aunque cansado y todo, me trasladé el miércoles a la ciudad de Tepic por cuestiones del reemplacamiento; y hoy viernes regresaremos a Guadalajara a efecto de cumplir una cita médica ordinaria con el doctor Andrade, nefrólogo de cabecera. Me siento un tanto fatigado, cansado, pero no importa, porque como dicen por ahí, la salud es lo primero. No hay de otra.
Gracias a Dios todo parece estar estable; y por eso mismo decidimos programar –después de dos años de no hacerlo; primero por las sesiones de hemodiálisis de Omar, y luego por los cuidados posteriores al trasplante —un viaje a la Playa, previsto para este sábado 10 de abril.
Se trata de un viaje de turismo social al que hemos invitado –como en años anteriores—a familias de Ahuacatlán preferentemente de escasos recursos económicos. Y vamos hacia Los Ayala, ahí donde acudimos los de las clases populares.
Será pues –o al menos eso espero—una jornada de relax; y quiero caminar descalzo por la playa, dos, tres, cuatro, cinco o más veces, tomado de la mano de mi esposa, de mis hijos… hacer junto con ellos castillos de arena, juguetear, patear el bote, observar las aves marinas, peces, conchas y caracoles…
Quiero reposar bajo una palmera, saborear alguna bebida refrescante, degustar un pescado zarandeado, reír, cantar; sentarme en una piedra divisando la inmensidad del mar, percibir el ruido de las olas, ver el atardecer; olvidarme pues de los sucesos amargos del pasado, ¡Eso es lo que quiero!
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