Respetados y amables lectores de tan prestigiado periódico EL REGIONAL, nuevamente he decidido acercarme a ustedes a través de la lectura. En esta ocasión recordaremos un bello pasaje de la historia de la sociedad de AHUACATLAN.
En todos los tiempos y lugares del mundo, los jóvenes cuando han tomado el camino correcto el camino de la superación personal y comunitaria con activismo ético, han logrado transformar esquemas de vida que necesariamente tienden a ser obsoletos.
Lo mejor de esta reflexión es que, si además de la heroica fuerza natural de la juventud se suma la benévola participación de los adultos, mejor dicho de algunos adultos a los que la propia sociedad reconoce como DE BUENA MANERA, el éxito esta garantizado en cualquier actividad que emprendan.
Tal es el caso de los jóvenes de Ahuacatlán que a finales de los años 50 organizaron en entorno a diferentes actividades; algunas muy lógicas como lo es el deporte y otra más que parecería increíble.
Estos jóvenes incursionaron en una de las bellas artes, como lo es el teatro; una actividad que además de desconocida y difícil, ofrecía serias dificultades por las limitaciones naturales tan obvias de los participantes, pues eran totalmente voluntarios y aficionados que no tenían estudios ni experiencia en ese terreno, pero, contaban con una voluntad a toda prueba y un corazón del tamaño del volcán EL CEBORUCO.
Guiados hábilmente por el matrimonio formado por el señor Abraham Delgado Leyva y su señora esposa Inés Sandoval Martínez –Doña Inés– quienes en su casa habitación ubicada en la diferentes obras de teatro le Guerrero número 89, ensayaban diferentes obras de teatro que luego ponían en escena.
Se pusieron de manifiesto grandes talentos que sin menospreciar a los demás iniciaremos por mencionar a la dueña indiscutible de los honores dicho por los propios participantes, Victoria Aguilar, una guapa trigueña del barrio de La Otra Banda, hija de don Domingo Aguilar y doña Serapia Enríquez, cuyo domicilio aún persiste –calle Guerrero 67–. Actualmente en una prospera comerciante.
Con igual calidad mencionamos al Sr. Ignacio Aréchiga Partida y al talento de talentos el Sr. Pablo Zavalza, quien con su natural destreza, era el responsable absoluto de la decoración y escenografía, destacándose desde aquel entonces sus pinturas en telones y bambalinas, además de ser actor junto con se hermano gemelo Pedro, el otro cuate; incluyendo en esta trilogía a su otro hermano, Hilario Zavalza Camarena.
Dignos de mención especial son los hermanos Verdín Contreras Arciniega, Enrique y Ramón, actores, Antonio deportista de postín.
En la misma línea aparecen Pedro Gollás Arciniega quien vive actualmente en la Ciudad de México. Micaela Macías Hernández, familiar de nuestro amigo Chito Félix Robles. El Sr. Rafael Barragán, honesto y limpio albañil de quien recordamos su trágica muerte.
Muy participativos e insustituible los Hermanos Aranda Montero, Enrique e Ignacio, el popular Chepe chicharrones, Sr. José Hernández Martínez y por supuesto mi querida hermana Esperanza Delgado Sandoval.
Todos ellos en fecha histórica –3 de febrero de 1957– pusieron en escena la obra “SAN FELIPE DE JESUS”, logrando un éxito total y cuyos detalles les platicaré una próxima edición. E igualmente les comentaré de “EL MUDO”.
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