Hace muchos años, vivía un viejo perro de caza, cuya avanzada edad le había hecho perder gran parte de las facultades que lo adornaban en su juventud. Un día, mientras se encontraba en una jornada de caza junto a su amo, se topó con un hermoso jabalí, al que quiso atrapar para su dueño.
Poniendo en ello todo su empeño, consiguió morderle una oreja, pero como su boca ya no era la de siempre, el animal consiguió escaparse.
Al escuchar el escándalo, su amo corrió hacia el lugar, encontrando únicamente al viejo perro.
Enfadado porque hubiera dejado escapar a la pieza, comenzó a regañarle muy duramente. El pobre perro, que no se merecía semejante regañina, le dijo:
– Querido amo mío, no creas que he dejado escapar a ese hermoso animal por gusto. He intentado retenerlo, al igual que hacía cuando era joven, pero por mucho que lo deseemos ambos, mis facultades no volverán a ser las mismas. Así que, en lugar de enfadarte conmigo porque me he hecho viejo, alégrate por todos esos años en los que te ayudaba sin descanso.
Tomemos de ejemplo esta historia para poner mayor atención a las personas mayores. Hay que respetarlos.
Todos, sin excepción, todos y cada uno de nosotros llegaremos algún día – si no nos pasa nada antes – a viejos. Y todos, sin excepción, desearemos respeto y cariño para esos últimos años.
Así que, señoras y señores, respeten a sus mayores; y cuando se les pase por la cabeza reírse de ellos, abandonarlos, pasar, no entenderles, no cuidarles o no abrazarles, recuerden que ellos son el firme reflejo de su propio futuro.
Discussion about this post