Corría la primera quincena de agosto de 1981 cuando los 30 y tantos estudiantes que habíamos concluido la carrera de licenciado en turismo, nos concentramos en el Teatro del Seguro Social, situado en la avenida del Ejército, esquina con calle Veracruz de la capital del estado.
Fue en ese amplio y cómodo sitio donde se realizó la ceremonia de graduación con la distinguida presencia del entonces Rector de la Universidad Autónoma de Nayarit, Javier Germán Rodríguez.
Mis compañeras lucieron para tan memorable ocasión un vistoso atuendo, mientras que los varones nos encascamos pantalón y saco tipo traje, ¡Elegantes todos!
No recuero si fue esa misma noche o si fue al siguiente día cuando se organizó el baile. Vagamente recuerdo aquel centro social en el que todos nos fundimos en un abrazo tras haber finalizado con éxito nuestra carrera profesional.
Cinco años compartiendo las aulas, cinco años aprendiendo día tras día cinco años intercambiando experiencias, transmitiéndonos entre sí secretos e impulsos juveniles, cinco años disfrutando de las ocurrencias de nuestro entrañable compañero Iván y la sencillez de Mica, ambos ya fallecidos.
Este fin de semana se cumplieron pues ¡40 años! de aquella ceremonia y baile de graduación. Había planes para celebrar estas cuatro décadas transcurridas, pero la maldita pandemia nos impidió festejarlas como hubiésemos querido. Solo algunos cuantos pudieron reunirse y revivir tiempos pretéritos.
Claro, el tiempo no ha pasado en balde. Nuestra piel se ha ido marchitando paulatinamente y nuestras mentes no están tan lúcidas como aquel lustro de 1976 a 1981. Sin embargo en lo personal veo a algunos de mis compañeros y compañeras que lucen casi igual que como los conocí.
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La mayoría de nosotros hemos pasado por etapas gratificantes, pero también amargas. Tal vez la pérdida de nuestros padres, de algún hijo, un hermano, una hermana. En fin.
En ese sentido, desde este rinconcito evoco la memoria de mis compañeros fallecidos, Mica e Iván; pero también de mis maestros que al igual regresaron a la Casa del Señor y destaco en ese tenor a mi querido maestro Armando de la Rosa Pacheco, fenecido hace apenas 4 o 5 días. Que Dios los tenga en su Santa Gloria.
Espero que el Creador nos permita continuar con vida para poder tener la posibilidad de reencontrarnos en tiempos cercanos. Degustar algunas viandas y, ¿por qué no?, bebidas espirituosas, con ingesta moderada desde luego.
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