Sentado en mi silla de palma, mirando mi rostro en el espejo pasaron por mi mente recuerdos de antaño, cuando era un niño, sin temor a algún daño.
Con mi mente fresca como lechuga recién cortada del huerto recordé aquellos años de los 60´s.
Corría por los campos con mis amigos Chico y Chago, Martín y Efraín. Cortaba guayabas, cazaba lagartijas; jugaba a las pichas, al trompo y a las escondidas. Sudaba, reía, gritaba; subía y bajaba.
Con mucha inocencia “nadaba” en el canal, desnudo. Robaba los mangos, naranjas, limas y arrayanes… Era libre como el aire, y libre en mis pensamientos.
Iba y venía, a “Las Higueras” y al “Coastecomate”, a “Los Limones” y al “Corazón”; a “Las Vigas” y a “Las Coloradas”, al “Cerro Bola” y al “Ataquito”, sin ningún temor.
Cortaba caña morada, dura, dulce. Nadie me decía nada. Las pelaba yo mismo con mi dentadura, entonces completa, firme, resistente. Cocía “guasanas”, cortaba nopales; me espinaba. Caía y me levantaba sin pensar en nada.
Veía a mis mayores cargando sus rifles, “chispas” o escopetas. No me daba miedo. A nadie dañaban. Comíamos ardillas, liebres y armadillos, ¡Qué ricos sabían!
Con mis pies descalzos, con olor a tierra, a barro, con mi mente limpia, sin olor a malo; no conocía la maldad, no sabía de engaños.
No teníamos tele, mucho menos auto. El Internet no existía, no había celulares que privan tu tiempo, que roban tu alma. Oía a Chucho el Roto, a Felipe Reyes en aquel vetusto radio de bulbos.
No había odios ni envidias, ni pleitos por las alcaldías. Eran pocos autos; íbamos al cine, al kiosco, a escuchar la orquesta de don Cuco Llamas.
Corría por el parque, paseaba por la plaza Prisciliano Sánchez. Compraba cacahuates de con León Vigil, pinole o huesitos de leche. Leía los cuentos ahí con Lola Estrella; Memín Pingüín y a Kalimán, a Hermelinda Linda y al Tío Porfirio, al Llanero Solitario, a Tarzán y a Chanók.
Hablaba con las flores y ellas me escuchaban; les contaba mil cosas de lo que me pasaba…
Hoy veo por el espejo algunas arrugas, mi pelo entrecano, mis ojos cansados. Me duele la espalda y no concilio el sueño, ¡Qué gratos recuerdos!
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