Toqué una o dos veces el timbre. La puerta se abrió y ante mí tuve a la vista a Gloria Ávalos. Ella me miró de pies a cabeza, con notorio recelo. “Buenos días –le dije–, soy Francisco Nieves”.
Aunque ya se había concertado la cita, tuve que explicarle quienes habían sido mis padres y los nombres de mis hermanos mayores: Chayo, Felipe, Ana, Gloria y Beto. De esta forma quise infundirle confianza y que así ratificara mi identidad.
Atrás de ella apareció de pronto el profesor Javier Quevedo, su esposo. Pensé que me toparía con un hombre longevo y estropeado; pero, ¡qué equivocado estaba!
A pesar de los años, el profesor Quevedo sigue conservando esa gallardía que lo distinguió durante su paso por la escuela secundaria por cooperación “Heriberto Parra”, en Ahuacatlán.
Creo que fue en la segunda quincena del pasado mes de marzo cuando logré contactarme con ellos; es decir, con el profesor Javier Quevedo y con su esposa Gloria Ávalos. Fue a través de la vía telefónica.
Tenía el deseo de conversar con ellos, saber qué habían hecho después de haberse mudado a la capital nayarita y que a la vez me transmitieran su experiencia y remembranzas de la época en que laboraron en la referida institución escolar, desparecida hace poco menos de 50 años.
Me indicaron cómo llegar a su domicilio. No fue tan difícil y de pronto me vi sentado frente a ellos. Gloria tenía que atender asuntos familiares dejándonos conversar solos al profesor Quevedo y a mí, aunque de vez en cuando se incorporaba también a la plática.
Ella mantiene una memoria, digamos, intacta. No le resulta difícil recordar nombres de personas, calles, sitios específicos, hechos y anécdotas de Ahuacatlán, su tierra natal.
Con más de 80 años a cuestas, el profesor Javier Quevedo tampoco ha perdido la lucidez, pero le cuesta más trabajo rememorar algunas cosas. Sin embargo sigue manteniendo vivos prácticamente todos los episodios vividos como director de la escuela secundaria por cooperación “Heriberto Parra”.
Durante este diálogo, trajo a su mente algunos profesores que colaboraron con él en el mencionado centro escolar así como los nombres de varios estudiantes, muchos de los cuales se convirtieron en excelentes profesionistas, políticos, empresarios, etcétera.
De la misma manera narró el esfuerzo y los obstáculos que, junto con otros profesores, autoridades municipales y gentes de la sociedad civil libraron para que se fundara la escuela secundaria general “Revolución”, cuyo edificio está asentado justamente donde funcionaba la secundaria “Heriberto Parra”.
Gloria, el profesor Quevedo y yo, dialogamos de otros sucesos del pasado ocurridos en Ahuacatlán, pero la plática quedó inconclusa y convenimos en reunirnos en otra ocasión, no sin antes despedirnos con un efusivo abrazo.
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