A diario, cuando me dirijo a mi trabajo y de regreso a casa, normalmente utilizo para transportarme la combi, y observo en muchos jóvenes que perdieron o nunca adquirieron el hábito de saludar. Abren la puerta, se suben, buscan lugar, y como yo casi siempre voy en los asientos que están atrás de chofer, me pasan las monedas para hacer el pago correspondiente sin articular palabra de “por favor” o “gracias” una vez que lo hago. Ven como si fuera obligación de los demás hacer lo que a ellos les compete. Y no hablemos de que casi siempre traen ocupadas las manos, oídos, la vista con sus modernos audios. Por ello si una persona saluda, no responden.
Por lo anterior, hurgando entre papeles viejos, encuentro este tema muy apropiado, sobre todo en estas fechas que acabamos de celebrar el Día del Padre.
He aquí los consejos que los Aztecas prodigan a sus hijos según las siete pinturas de la colección de Moctezuma, cifradas por Francisco Xavier Clavijero, tomadas de Toribio de Benavente, misionero franciscano defensor de los indígenas quienes lo bautizaron con el mote de Motolinía.
“Hijo mío, has salido de tu madre, como el pollo del huevo, y creciendo como él, te preparas a volar por el mundo sin que nos sea dado saber por cuánto tiempo nos concederá el cielo el goce de la piedra preciosa que en ti poseemos, pero sea lo que fuere, procura tú, vivir rectamente. Reverencia y saluda a tus mayores y nunca les des señales de desprecio.
No estés mudo para con los pobres y atribulados, antes bien date prisa a consolarlos con buenas palabras. Honra a todos, especialmente a tus padres, a quienes debes obediencia, temor y servicio. Guárdate de imitar el ejemplo de aquellos malos hijos, que a guisa de brutos, privados de razón, no reverencian a los que les han dado el ser, ni quieren someterse a sus correcciones; porque quien sigue sus huellas tendrá un fin desgraciado y morirá lleno de despecho, o lanzado a un precipicio, o entre las garras de las fieras.
No te burles hijo mío, de los ancianos y de los que tienen alguna imperfección en su cuerpo. No te mofes del que veas cometer alguna culpa o flaqueza. No se la eches en cara; confúndete al contrario y teme que te suceda lo mismo que te ofende en los otros. No vayas a donde no te llaman, ni te ingieras en lo que no te importa. En todas tus palabras y acciones procura demostrar tu buena crianza.
Cuando converses con alguno, no lo molestes con tus manos, ni hables demasiado, ni interrumpas o perturbes a los otros con tus discursos. Si oyes hablar a alguno desacertadamente, y no te toca corregirlo, calla. Si te toca, considera antes lo que vayas a decirle, y no le hables con arrogancia, a fin de que sea más agradecida tu corrección.
Cuando alguno hable contigo, óyelo atentamente y en actitud comedida, no jugando con los pies ni mordiendo la capa, ni escupiendo demasiado, ni alzándote a cada instante si estás sentado; pues estas acciones son indicios de ligereza y de mala crianza.
Cuando te pongas a la mesa, no comas aprisa, ni des señal de disgusto si algo no te agrada. Si a la hora de comer viene alguno, parte con él lo que tienes y cuando alguno como contigo, no fijes en él tus miradas.
Cuando andes mira por dónde vas para que no te tropieces con los que pasan. Si ves venir alguno por el mismo camino desvíate un poco para hacerle lugar. Nunca pases por delante de tus mayores, sino cuando sea absolutamente necesario, o cuando ellos te lo ordenen. Cuando comas en compañía, no bebas antes que ellos, y sírveles lo que necesiten para granjearte su favor
Cuando te den alguna cosa, acéptala con demostración de gratitud. Si es grande no te envanezcas; si es pequeña, no la desprecies, no te indignes, ni ocasiones disgusto a quien te favorece. Si te enriqueces no te insolentes con los pobres ni con los humildes, pues los Dioses que negaron a otros las riquezas para dártelas a ti, disgustados de tu orgullo, pueden quitártelas para darla a otros. Vive del fruto de tu trabajo, porque así te será más agradable el sustento.
Yo, hijo mío, te he sustentado hasta ahora con mis sudores y en nada he faltado contigo a las obligaciones de padre; te he dado lo necesario sin quitárselo a otros, haz tú lo mismo.
No mientas jamás. Cuando refieras a alguno lo que otro te ha contado, di la verdad pura sin añadir nada, No hables mal de nadie. Calla lo malo que observes en otros si te toca corregirlo. No seas noticiero, ni amigo de sembrar discordias
Cuando lleves algún recado, si el sujeto a quien lo llevas se enfada y habla mal de quien lo envía no vuelvas a él con esta respuesta; sino procura suavizarla y disimula cuanto puedas lo que hayas oído a fin de que no se susciten disgustos y escándalos de que tengas que arrepentirte
No te entretengas en el mercado más del tiempo necesario; pues en estos sitios abundan las ocasiones de cometer excesos
No seas disoluto porque se indignarán contra ti los Dioses, y te cubrirán de infamia. Reprime tus apetitos, hijo mío, pues aun eres joven y aguarda que llegue a edad oportuna la doncella que los Dioses te han destinado para mujer. Déjalo a su cuidado, pues ellos sabrán disponer lo que más te convenga. Cuando llegue el tiempo de casarte no te atrevas a hacerlo sin el consentimiento de tus padres, porque tendrás un éxito infeliz.
No hurtes ni te des al robo, pues serás el oprobio de tus padres, debiendo más bien servirles de honra en galardón de la educación que te han dado. Si eres bueno, tu ejemplo confundirá a los malos. No más hijo mío; esto basta para cumplir las obligaciones de hijo. Con estos consejos quiero fortificar tu corazón. No los desprecies ni los olvides, pues de ellos depende tu vida y toda tu felicidad”. Aunque un poco tarde FELICIDADES A LOS PAPAS. escanio7@hotmail.com
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