RECIENTEMENTE VISITÉ ZOATLÁN
Recuerdo que cuando era niño, mi madre, si alguna persona mayor visitaba lugares que había conocido tiempo atrás, decía: “anda recogiendo sus pasos, porque sin duda lo llamará Dios a cuentas”
En mi reciente visita a mi querido Terruño, Ixtlán – tierra de Dios y María Santísima – invité a mi hermano fuéramos a Zoatlán en donde aun tenemos algunos primos.
Ese poblado significa mucho para mí. Es el lugar de nacimiento de mi padre Remigio, mi abuelo Martín y quizás más de mis ancestros. Sin duda allí quedaron como así se acostumbraba, los ombligos de los Escanios a cuya rama genealógica pertenecemos.
Los Escanio, según acta de nacimiento de mi padre eran indígenas, aunque lo que he investigado, fueron africanos, sin duda esclavos; y en esa condición llegaron a Tenerife en las islas Canarias, España. En 1670, surge el interés por parte de la Corona de poblar zonas vacías de América. Escanios hay en Cuba, Puerto Rico, República Dominicana entre otros países.
Mi tío Chavelo entre las leyendas que me platicaba, decía que existió un rey y que en el cerro se encontraba enterrada su corona y su espada. Hace poco en una columna del amigo Francisco Nieves encuentro datos relativos a este poblado: El Templo Mayor parece ser se edificio por ordenes del rey Zucyoa por el año 1613, bautizando al pueblo con el nombre de Zacyoatlán hasta quedar como se le conoce, Zoatlán, El Santo Patrono es el Señor de la Ascensión que a diferencia de leyendas de otros cristos que se dice fueron rescatados en el Río, éste, se sabe lo traía un matrimonio que llegó a Zoatlán y los donaron al Templo
En esta visita hice remembranzas. El viejo templo en donde orábamos se resiste a caer quizás esperando que la autoridad competente vaya en su restauración, aún está el frondoso árbol, una parota, bajo cuyo follaje mi padre con su danza de la conquista que el mismo ensayaba, bailaban rindiéndole homenaje al santo Patrono en su fiesta. El atrio era rodeado con una cerca de piedras y a la entrada, nos colocábamos para la venta de agua fresca de cebada que prepara mi madre y que yo con mi infantil voz voceaba.
Yo tenía como seis o siete años y recuerdo con gran cariño a mi tío Chavelo que significó como mi abuelo. Mi tío era ya persona muy mayor, la gente del pueblo decía que ya tenía cien años aunque no lo creo, lo que pasa que no era muy querido por algunas personas y le decían “EL MAL ALMA” ignoro por qué, con nosotros se portaba a todo dar; me paseaba a caballo, me llevaba a sus huertas que regaba con agua de una noria auxiliado por animales de carga que daban vueltas y vuelta.
Mi tío en realidad era cuñado de mi padre, que siendo viudo se casó con una hermana a la que no conocí. Sus hijas eran ya mayores de edad, casadas y con hijos, con excepción de Juanita que se quedó a “VESTIR SANTOS”. Era la encargada del templo y demás acciones que se hacen en relación con los actos religiosos.
Encuentro otros parientes de la época de mi padre: En 1898 en Zoatlán, Basilia Escanio casada con Epifanio Morán vende un inmueble al señor Agapito Parra, inmueble que perteneció al señor Antonio Escanio, padre de doña Basilia. Este inmueble hacia colindancia con otro propiedad de don Nazario del mismo apellido, sin duda primos de mi abuelo y claro tíos de mi padre, pero no hacían buenas migas, primero, porque mi abuelo dudaba que mi padre fuera su hijo por ser güerito, por ello lo mandó un tiempo con el cura de Ahuacatlán, que de acuerdo a esos años considero era el párroco José de la Luz Anaya. Allí mi padre aprendió las primeras letras y los números. Luego mi abuelo lo regresó para que chambera con él en el campo ya que su hijo mayor ingresaría al seminario
Mi abuelo Martín Escanio, considero, nació entre 1870 y 1875 cuando estaba en erupción el Ceboruco. Debió ser mediero o peón de los terratenientes de la época en Zoatlán. Por ello no fue poseedor de tierra, pero mi padre que nació en 1893. Aun vivía cuando la repartición agraria y no me explico por qué no aparece él y ningún Escanio en la solicitud de 1939 cuando un grupo de campesinos de Zoatlán solicitan al gobierno del estado dotación de tierras, afectando para ello los terrenos del Rancho de la Asunción, El Galeno y Jesús María y Peña Colorada.
Quizás mi padre no se interesó porque ya residía en Méxpan, trabajando de obrero en los molinos de cañas, y en diversas actividades relacionadas con la electricidad.
En 1940, Zoatlán tenía 94 habitantes, 21 jefes de familia y 34 campesinos con capacidad agraria y en 1941 se le concede al poblado una superficie de 592 hectáreas de los predios La noria o el Túnel; El Chuque; El cerro o el Ocote y entre los 34 beneficiados con esta dotación no aparece Escanios, y si sobrinos de mi padre y un cuñado, mi Tío Chavelo.
Don Nazario Escanio fue poseedor de muchos inmuebles en Ixtlán, entre ellos el Mesón de Guadalupe, en donde tenían una tienda muy surtida, ya que en 1920 se practica un inventario de los bienes que le pertenecieron. Este inventario se hace a instancia de su hija María Ascensión.
Don Nazario fue esposa primero de doña Secundina Valadez y procrearon una hija de nombre Isabel. Al quedar viudo, contrae matrimonio con doña María de Jesús Tiznado y procrean a Mará Asunción que fue esposa de don Eusebio Hernández, padres de los profesores Nazario, Maximino, Miguel; del doctor José y de la enfermera Pilar.
En el inventario se mencionan artículos del campo: lazos, cabrestos, estribos, sillas de montar, balanza, cajas de cerillos, sopladores, gran cantidad de molcajetes, metates utensilios de barro, etc., así como muebles. Los inmuebles son 50 fincas distribuidas en varias calles de Ixtlán Se encuentran también diversos pagares pendientes de cubrir a don Nazario. El capital de todo el inventario tiene un valor de $8,566.38, pero tenía un pasivo en pagarés por la cantidad de $1,047.60 así que el capital se reduce al $7,055.78, cantidad nada despreciable para la época.
Don Nazario o fue muy ducho para los negocios o se benefició con alguna herencia, aunque las malas lenguas decían que se obtuvieron con negocios no muy claros, pero esa fortuna se diluyó, pues en 1921 se vuelve a abrir el caso de los testadores y la situación cambia.
Son muchos los adeudos por contribuciones federales del timbre por impuesto de herencias y legados y para el otorgamiento de los instrumentos públicos, así como pagarés a particulares y con Bancos de Guadalajara; y como las drogas son más que los activos, doña Ascensión Escanio de Hernández, hija de segundo matrimonio y doña Isabel Escanio de Robles hija del primer matrimonio renuncian a su derecho de usufructo vitalicio que el testador les lega en el testamento público de 1919.
Las ganonas fueron las señoras Anastacia Valadez y María Cruz Valadez, herederas de doña Secundina Valadez, primera esposa de don Nazario Escanio que reciben en pago de sus derechos hereditarios como 20 fincas ubicadas en Ixtlán.
Estigmas de los Escanios. Mi Abuelo Martín era viudo cuando se casó con mi abuela Gumercinda. Mi padre era viudo cuando se casó con mi madre Leonor. Don Nazario, primo de mi abuelo, era viudo cuando se casó con doña María de Jesús Tiznado. Mi tío Chavelo era viudo cuando se casó con una hermana de mi padre.
¿Andaré recogiendo mis pasos? Más delante espero visitar Méxpan.
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