La vida es más bonita con canciones, dicen los músicos, quienes hoy festejan su día y en honor a Santa Cecilia. Por eso acudirán a misa para recibir la bendición de su Patrona.
Lo curioso de la historia es que Santa Cecilia nada tuvo que ver con el arte, pero el gremio simplemente la adoptó. Pocos músicos saben de ella; y sin embargo cada 22 de Noviembre le entonan con mucha fe las Mañanitas, como ocurre cada año en Ahuacatlán, en Amatlán de Cañas, Jala e Ixtlán del Río.
De estas cuatro localidades han surgido cientos de músicos. Muchos de ellos se formaron o se han formado con un solfeo bajo el brazo, un atril y cuadernos pautados, como se le conoce a esas libretas que sirven para escribir música. Otros en cambio lo han hecho de manera lírica, pero con mucho sentido musical.
¿Alguna vez se han preguntado a qué huele la música? La pregunta suena bastante fuera de lugar, pero si lo analizamos un poquito, tal vez nos demos cuenta de que la música sí tiene un aroma, una esencia particular. En el plano de lo literal, sería imposible olerla; en el plano de lo abstracto la podemos respirar, oler, crear, tocar.
La música nos hace transportarnos de un lugar a otro sin despegar los pies del suelo, nos levanta el ánimo cuando nada puede hacerlo, nos dice todo cuando las palabras no nos alcanzan. Nos ofrece consuelo, nos alegra el corazón.
El músico de oficio tiene impregnada la música en sus cinco sentidos. Siente la música, y así como la puede sentir, la puede oler. Huele a música cuando entras a un cuarto lleno de guitarras, un cuarto desordenado con partituras en el piso, cancioneros, afiches de colección. Una sala de ensayo. Una guitarra arrumbada. Un estudio de grabación. Un escenario vacío. Las interminables discusiones entre los músicos por ponerse de acuerdo. Los primeros acordes de una canción.
La buena música se vincula a Dios, pues muchos sostienen que del todo poderoso emanan notas sublimes de celestial ternura.
Es pues, la música sin lugar a duda, el corazón de la vida en su sabor excelso, la expresión del amor, lo que es confirmado siempre por la experiencia diaria.
Sus bellos acordes repercuten siempre en los grandes festivales y patrióticos eventos, en las suntuosas bodas, en paseos y hasta en los días más tristes de la vida (los funerales).
Nombrar a todos aquellos músicos de la región que se han distinguido por esta destreza resulta muy difícil. ¡Son muchísimos!; pero va una sincera felicitación a todos esos músicos del ayer y de hoy, de Ahuacatlán y de Amatlán, de Jala y de Ixtlán; a los de aquí, de allá y más allá, ¡Enhorabuena!
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