Ixtlán del Río, agosto 16.- (Redacción).- Recostado en el camastro, el borrachín intentó ponerse en pie una, otra y otra vez. Había ingresado a la Cruz Roja debido a una fuerte intoxicación etílica.
Sus compañeros de parranda recurrieron a los socorristas para bajarle los humos del alcohol; pero ahí lo dejaron, abandonado a su suerte.
De complexión delgada, tez morena, chaparrón, el beodo andaba totalmente desubicado y no fueron pocas las veces que quiso abandonar la clínica.
Pataleando y manoteando, dormía y despertaba, despertaba y dormía. En una de esas en toda la clínica se escuchó el famoso “¡Fuaaa!”.
Los que estaban ahí presentes se asustaron; y no fue una, ni dos, ni tres, sino varias veces en las que el citado borrachito gritó estentóreamente el Fuaaa.
Los paramédicos le habían suministrado un suero intravenoso que poco a poco fue surtiendo efectos, pero el borrachín intentó desprenderse de él, aún con la vigilancia del personal de la cruz roja.
Después de varias horas el hombre fue dado de alta, no sin antes conminarlo a que se alejara del vicio, pero él contestó otra vez con el Fuaaaa.
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