Por la ruta de la historia
Tiene una trascendencia ingente para los ixtlecos. Es uno de los personajes de los últimos tiempos que enriquecieron la historia con su labor profesional, su entrega altruista y su vocación de servicio comunitario. Son pocos los hombres que se nos quedan grabados en la memoria colectiva por su dedicación completa porque su vida social estuvo dedicada a su pueblo tan querido que del corazón brotaron obras, curaciones y versos.
Hombre respetado y cabal fue el doctor Roberto Coronado que en este jueves 13 de Semana Santa, en un honor para el maestro Pablo Torres Sánchez, don Joaquín Villalobos y su servidor, colocamos la placa en la solitaria calle de la Abasolo número 41. Casa rosa de seis ventanales y de gran valor moral, lugar donde vivió tantos años de su vida prodigiosa, donde nacieron algunos de sus hijos y crecieron con la luz de su ejemplo de bondad y amor de su compañera doña Cuquita.
Motivarme en el mes de agosto para investigar sobre este hombre culto, disciplinado y con valores forjados en su autoridad ética. Ingresar a su casa, a su consultorio, la sala y su recámara para recordar pasajes, los capítulos de su obra. Conocer algunas facetas como lector de El Informador que le llegaba cada mañana, de ver las transmisiones sabatinas de box en su consultorio, de tomarse una copita de brandy español.
Me emociona saber que el libro Crisol, estará en la Enciclopedia Nayarita 2017. Tomo algunas fotografías, y ya de noche saludo con enorme gratitud a sus hijos Carlos, Manuel y Guillermo. Conversamos de manera positiva que hay algo en común entre nosotros. Queremos mucho a Ixtlán y se lo demostramos.
En esta casa vivió gran parte de su vida el doctor Roberto Coronado Rivera. Fue un distinguido profesionista, promotor cultural y un gran servidor social en todos los aspectos. Hizo sus estudios en la ciudad de Guadalajara, Jalisco y ejerció su profesión en su tierra natal.
Profesor fundador de la escuela secundaria “Amado Nervo” y de la Preparatoria 6, cofundador del Club Cinegético Nayar y del Club Rotario. Poeta de corazón, escribió dos libros de poesía. Triunfó en los Juegos florales de 1982 y 1986 con sus poemas: “Ixtlán de mis Amores” y “Pinceladas Provincianas”. El gobierno municipal lo distinguió con la medalla al mérito “General Eulogio Parra”. Muere el 16 de enero del 2016.
Este jueves suena a nostalgia, el encuentro en esta estación con la historia, el barrio, nuestra infancia, el porte del doctor con sus trajes blancos y negros, saliendo con su maletín en su jeep en la cochera flanqueada de naranjos agrios.
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