En el devenir de los pueblos siempre se identifican a personas que de una forma u otra dejan alguna señal –huella de su paso por esta vida–. En esta ocasión me refiero al amigo Juan Cornejo, conocido por todos, sobre todo en el barrio de El Camote.
La raza le decíamos “Juan el Conejo”. a veces se disgustaba y se defendía a pedradas; pero no con esto quiero señalar que Juan fue malo, sino todo lo contrario, fue un niño-muchacho amable, sobre todo con los adultos y muy cariñoso con los infantes que nos criamos en el barrio junto con él.
Juna nació en una familia humilde; bien que lo recuerdo. Vivía por la calle Mercado, entre la Hidalgo y la Morelos. Don Geño y Doña María eran sus padres. Trabajaban acarreando ya sea zacate o ladrillos a quien se lo solicitara.
Cuando pequeños, nos dimos cuenta que Juan fue creado dentro de los alimentos con leche de burra; pero debo decir que esta leche tiene muchos nutrientes más que de las vacas, lo que favoreció a Juan para estabilizarse como niño sano.
Juan vivía a media cuadra, en el mismo barrio. En los 40 a los 60, antes que algunos saliéramos del pueblo jugamos con él. Enfrente vivía Manuel Meza Bernal, el famoso taxista “El Canelo”, ahora imitador del cantante Javier Solís su hermano Memo “Casiano” q.e.p.d.; y a un ladito vivía Agustín Arce Becerra “El Cachetón” su hermano Jesús “El Charrasco” e.p.d.
Por ese rumbo vivieron los hermanos Rodríguez de León, mi compadre Héctor “Genaro” e.p,d, y Manuel, dos grandes futbolistas locales. A la vuelta vivieron los hermanos Caro Preciado, Juan y Arturo e.p.d… Por la Hidalgo vivieron los hermanos Altamirano Rivera David e.p.d y Reyes, magnífico guitarrista creador del primer conjunto de rock en Ixtlán del Río “Los Corian’s”. Al igual por esa avenida vivieron los de Santiago Velasco, Fernando, Cuauhtémoc e.p.d., Misael y Helio.
En esos años los juegos eran simples pero muy significativos. Por decir beisbol con pelota de hule o de trapo, ya sea a mano limpia o con un improvisado bat, a las canicas en el cruce de las calles Mercado e Hidalgo en la esquina en la calle pavimentada hacíamos una rueda con un gis o pedazo de ladrillo y jugábamos a sacar las canicas desde el centro; llegaba el tránsito y nos recogía las canicas.
Lo mismo jugábamos a los trompos, de esos que hacían en la carpintería los hermanos Ortiz Covarrubias, sobre todo Esteban, que junto con Américo eran tremendos.
Por este tiempo vivió un amigo Arturo Altamirano “El Mentolato”, que ya jovencito se fue a Santiago Ixcuintla a ejercitar el uso de trompeta para ingresar a la Orquesta de los Hermanos Altamirano. Todo esto Juan no fue aparte; se juntaba con nosotros, pero para hacerlo enojar le decíamos “El Conejo” y le cantábamos eso de “A donde vas, conejo Blas, con esa escopeta que llevas atrás. Juan se enojaba, apedreaba; pero nunca golpeó de más a los vagos que osábamos decirle algo.
Juan después de la muerte de sus padres y el descuido de una hermana llamada María quien se la llevaba en el barrio o por el pueblo, sobró quien le diera la mano. Le ofrecían dinero o algo de comer. Para granjear o agradecer los favores, hacía mandados.
Los últimos años –finales del 2000– vivió con los hermanos Parra Mojarro, Tino y Miguel, por la Mercado. Por ahí en su casa tenía un rinconcito en donde dormir.
Al fallecimiento de los Parra Mojarro se pensó o se dijo que Juan había quedado “protegido”, pero conforme pasaba el tiempo las pertenencias de los fallecidos pasaron a poder de otras personas.
Juan vivió en una casita y por motivo de las enfermedades falleció. Varias personas conocieron a Juanito; ese adulto mayor con semblante de niño, muy amable y saludador. Por allá el creador lo ha de tener a su diestra.
Misael de Santiago Velasco
En el devenir de los pueblos siempre se identifican a personas que de una forma u otra dejan alguna señal –huella de su paso por esta vida–. En esta ocasión me refiero al amigo Juan Cornejo, conocido por todos, sobre todo en el barrio de El Camote.
La raza le decíamos “Juan el Conejo”. a veces se disgustaba y se defendía a pedradas; pero no con esto quiero señalar que Juan fue malo, sino todo lo contrario, fue un niño-muchacho amable, sobre todo con los adultos y muy cariñoso con los infantes que nos criamos en el barrio junto con él.
Juna nació en una familia humilde; bien que lo recuerdo. Vivía por la calle Mercado, entre la Hidalgo y la Morelos. Don Geño y Doña María eran sus padres. Trabajaban acarreando ya sea zacate o ladrillos a quien se lo solicitara.
Cuando pequeños, nos dimos cuenta que Juan fue creado dentro de los alimentos con leche de burra; pero debo decir que esta leche tiene muchos nutrientes más que de las vacas, lo que favoreció a Juan para estabilizarse como niño sano.
Juan vivía a media cuadra, en el mismo barrio. En los 40 a los 60, antes que algunos saliéramos del pueblo jugamos con él. Enfrente vivía Manuel Meza Bernal, el famoso taxista “El Canelo”, ahora imitador del cantante Javier Solís su hermano Memo “Casiano” q.e.p.d.; y a un ladito vivía Agustín Arce Becerra “El Cachetón” su hermano Jesús “El Charrasco” e.p.d.
Por ese rumbo vivieron los hermanos Rodríguez de León, mi compadre Héctor “Genaro” e.p,d, y Manuel, dos grandes futbolistas locales. A la vuelta vivieron los hermanos Caro Preciado, Juan y Arturo e.p.d… Por la Hidalgo vivieron los hermanos Altamirano Rivera David e.p.d y Reyes, magnífico guitarrista creador del primer conjunto de rock en Ixtlán del Río “Los Corian’s”. Al igual por esa avenida vivieron los de Santiago Velasco, Fernando, Cuauhtémoc e.p.d., Misael y Helio.
En esos años los juegos eran simples pero muy significativos. Por decir beisbol con pelota de hule o de trapo, ya sea a mano limpia o con un improvisado bat, a las canicas en el cruce de las calles Mercado e Hidalgo en la esquina en la calle pavimentada hacíamos una rueda con un gis o pedazo de ladrillo y jugábamos a sacar las canicas desde el centro; llegaba el tránsito y nos recogía las canicas.
Lo mismo jugábamos a los trompos, de esos que hacían en la carpintería los hermanos Ortiz Covarrubias, sobre todo Esteban, que junto con Américo eran tremendos.
Por este tiempo vivió un amigo Arturo Altamirano “El Mentolato”, que ya jovencito se fue a Santiago Ixcuintla a ejercitar el uso de trompeta para ingresar a la Orquesta de los Hermanos Altamirano. Todo esto Juan no fue aparte; se juntaba con nosotros, pero para hacerlo enojar le decíamos “El Conejo” y le cantábamos eso de “A donde vas, conejo Blas, con esa escopeta que llevas atrás. Juan se enojaba, apedreaba; pero nunca golpeó de más a los vagos que osábamos decirle algo.
Juan después de la muerte de sus padres y el descuido de una hermana llamada María quien se la llevaba en el barrio o por el pueblo, sobró quien le diera la mano. Le ofrecían dinero o algo de comer. Para granjear o agradecer los favores, hacía mandados.
Los últimos años –finales del 2000– vivió con los hermanos Parra Mojarro, Tino y Miguel, por la Mercado. Por ahí en su casa tenía un rinconcito en donde dormir.
Al fallecimiento de los Parra Mojarro se pensó o se dijo que Juan había quedado “protegido”, pero conforme pasaba el tiempo las pertenencias de los fallecidos pasaron a poder de otras personas.
Juan vivió en una casita y por motivo de las enfermedades falleció. Varias personas conocieron a Juanito; ese adulto mayor con semblante de niño, muy amable y saludador. Por allá el creador lo ha de tener a su diestra.
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