Desperté como si estuviese muerto. Era un sueño profundo interrumpido por la alarma que me avisaba que era hora de preparar el almuerzo antes de ir a trabajar al field. Eran las cuatro de la madrugada y el alba aún no rayaba el firmamento. Las estrellas tintinaban un día de agosto de 2001 en un pequeño barrio de Bakersfield. Lo más inspirador en ese momento fue el viento, el fresco céfiro que se renueva a cada instante y que viaja por todo lugar ahondando las almas que, como la mía, le habló a Dios al ver la belleza de un nuevo amanecer.
Naturaleza sublime que arroba mi ser,
inteligencia grandiosa en el Universo,
equilibrio perfecto al sostenimiento,
del espacio celeste y del mundo entero.
¡Madre! ¡Madre Naturaleza!
¿Serás tú el principio de ayer?
¿Se inauguró contigo el amanecer?
En verdad que es inmenso tu poder,
poder e inteligencia sus tus cualidades;
entonces: ¿Será que eres mi madre?
¿Por qué no mejor Padre?
Gracias porque me creaste, la vida me diste
y a tu semejanza me hiciste.
Gracias por lo que con amor preparaste,
lo que me rodea, de lo que delito y disfruto
y que, como mal hijo, a veces destruyo.
Dios mío: Gracias por ser mi amigo.
Mira que eres tu el que sabe todos mis secretos,
el que siempre está atento para escucharme y consolarme;
porque siempre me acompañas, porque nunca te separas,
y a pesar que tu amistad es para todos,
nunca les andas con el chisme de mis andadas.
¿Te acuerdas de mis alegrías, las que contigo compartía?,
y seguiré compartiendo,
porque eres el único que las siente igual que yo,
porque a mis fiestas eres invitado de honor.
Lo que no quisiera compartir son mis tristezas,
porque eso te duele mucho a ti,
pero solo tú me das consuelo, y me alientas a seguir;
seguir en esta vida, seguir con estos sueños,
con la esperanza del cambio…
Hermosos edificios, majestuosas catedrales,
admirables obras de arte, son las que el hombre ha hecho,
muchas en tu honor… ¡Por Dios!
¡Qué es todo eso comparado con tu creación!
¡Quién puede hacer un sol!
¡Quién el mar!
¡O simplemente una flor!…
Y cada cosa cumpliendo una función.
¿Díganme quién puso al hidrógeno el número uno,
y le dio un protón?
¿Y la Tabla Periódica de dónde salió?
¡Es claro que es obra de Dios!
¡Y cuántas otras maravillas ha hecho!
Entre ellas el hombre, la corona de su creación.
¿Y dónde está Dios?
¿Por qué no lo veo?
El está aquí, más cerca del aire que respiro,
manifestándose en lo que miro.
Dios mío: Sólo te pido no perderte,
y poder siempre amarte.

Discussion about this post