LA ILUSIÓN DE CONOCER A LOS TIGRES DEL NORTE SE HIZO REALIDAD, EN LA FERIA DE NAYARIT 2015.
Nacida en La Barca, Jalisco, hace poco menos de 76 años, la señora Amada Gómez Anguiano – o Amadita, como la conocen en Ahuacatlán – acaba de cumplir uno de sus más anhelados sueños: Conocer a Los Tigres del Norte.
Su emoción es notoria al recordar este episodio ocurrido hace apenas dos semanas, y lo presume: “¡Fui la primera en abrazar a Hernán!”, dice, refiriéndose al afamado bajista y vocalista de Los Tigres del Norte.
Casi tres décadas siendo fan de este grupo, la señora Amadita aprovechó el concierto que ofrecieron Los Tigres del Norte la noche del pasado 06 de marzo en la explanada de la Feria Nayarit 2015, para conocerlos, para escuchar su música “en vivo”, y, por si fuera poco: saludarlos, tocar su espalda, su hombro.
Parecía un sueño imposible, pero jamás perdió la esperanza, y con el apoyo de sus hijos y de su nieta Karen, logró no solo estrechar sus manos, sino hasta abrazarlos. “¡Se hizo realidad mi sueño!”, señala jubilosa.
Era doña Amada joven aún cuando empezó a sentir atracción por la música de los Tigres del Norte.
“Los miraba en la Tele, a veces en el programa de Verónica Castro o en otros programas del espectáculo. Me hice su fan, pero en realidad veía imposible que fuera a conocerlos. Y mira, ¡bendito sea Dios y mi Madre Santísima que me concedieron este deseo”, comenta, mientras señala a la virgen de Guadalupe, cuya imagen se aprecia en un cuadro que sostiene en la pared.
Conociendo también sus anhelos, sus hijos y nietos se trasladaron de Ahuacatlán hasta la capital Nayarita el viernes 06 de marzo, desde temprano. Fueron de los primeros en llegar a la explanada de la Feria. Y pese a su edad soportó estoicamente el cansancio permaneciendo de pie durante largo tiempo.
Junto con su familia se colocó al frente, apenas atrás de la barrera de protección custodiada por agentes policiacos, guardaespaldas y equipo de seguridad de la propia agrupación musical.
“A ver cómo le hacemos, pero mi abuela tiene que saludarlos personalmente”, decía su nieta Karen.
La muchacha buscó aquí, allá y más allá, buscando ayuda para que se le permitiera a la señora Amada acercarse a los músicos de esta famosísima agrupación a la que se le identifica también como “Los Jefes de jefes”.
De pie, escucharon el concierto de los grupos que se presentaron al principio. Pasaba de la medianoche cuando se anunció la presentación de Los Tigres del Norte y fue entonces que el corazón de doña Amada Gómez empezó a latir con más fuerza. A la primera canción, ella siguió también los acordes, atrás de la barrera.
En una de esas Karen brincó la valla para dirigirse con Olegario, uno de los asistentes, quien a su vez la puso en contacto con Mario Cantú, el representante de Los Tigres del Norte.
La muchacha prácticamente le suplicó y, después de sortear algunos obstáculos por fin los tuvo frente a ella, justo cuando descendían de la plataforma para abordar sus vehículos. Olegario y Mario Cantú la apoyaron y fue Amada la primera en abrazar a Hernán – el bajista y vocalista identificado por su mechón; pero también tuvo la oportunidad de abrazar a Jorge, el vocalista del sombrero, quien por cierto le dio las gracias por haber asistido a este concierto y hasta le dio la bendición, además de enviarle un beso desde el escenario.
Ya en tierra logró que tos los integrantes del grupo le autografiaran un poster, el cual conserva con recelo. Para entonces el reloj estaba a punto de sonar las cuatro de la madrugada.
“Pero yo ni sueño ni cansancio sentía”, dice la señora Amada. A eso de las cuatro y media de la mañana emprendieron el regreso a Ahuacatlán. Sin embargo y pese a todo, Amadita no pudo conciliar el sueño sino ya casi al mediodía, pues la experiencia vivida quedó radicada en su mente, ¡Por siempre y para siempre!
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