Mis compañeros no lo notaron, pero por debajo de la mesa cruzaba los dedos y de vez en cuando hacía changuitos, pensando que así podría inclinar la suerte. Y ya me lo había advertido el Yeri: “Remójate tres horas en cloro, quien quita y ahora sí te toque una televisión”.
¡Nada!, el viaje a Tepic otra vez fue infructuoso porque regresé a Ahuacatlán con las manos vacías. Las tablets, las lap tops, las pantallas, cámaras y celulares que en el Real de don Juan se rifaron por el Día del Periodista fueron a parar con otros compañeros. Y yo como el chinito: Nomás milando.
“Es que no debes invocar a tu mala suerte”, me habría dicho un colega minutos antes de subir las escaleras. Le hice caso y de ahí en adelante no dejé de repetirme mentalmente: “ahora sí me tengo que llevar algo; ahora sí me tengo que llevar algo; ahora sí…”. ¡Toma chango tu banana!, ¡No me saqué ni máiz!
Al principio tuve mis dudas. Ir o no ir, fue la disyuntiva. Al final me trasladé a la capital con la esperanza de poder regresar con algún regalo. Llegué al Real de don Juan poco antes de las nueve. Me entregaron mi boleto – que luego deposité en la tómbola – y busqué dónde sentarme.
Por ahí me encontré con Jolumeca y su hijo José Luis y fue con ellos con quienes compartí la sal y la mesa. Saludé a muchos compañeros periodistas. Me zampé dos jugos y como tres panecillos. No quise tomar café…
También tuve la oportunidad de saludar al Secretario General de Gobierno Pepe Espinosa. Con él intercambié algunas palabras y después esperé que llegara el momento de la rifa, no sin antes atestiguar la entrega de preseas a los ganadores del premio estatal de periodismo en sus distintos géneros.
Escuché el mensaje del Secretario General de Gobierno el cual por cierto me pareció muy atinado toda vez que externó su inquietud de valorar también a los periodistas que nos encontramos en otras zonas distintas a la capital.
El desayuno no estuvo tan mal: Frijolitos, chilaquiles, carne asada y una quesadilla. Después la rifa, la alegría de quienes resultaron afortunados, y la tristeza de aquellos cuya suerte no nos favoreció; pero ojalá y que algún alcalde o políticos de la región se apiade de nosotros, ¡Aunque sea con un mensaje de felicitación!
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