“¡Romero!, ¡Te me largas o aquí te mueres!”, la voz del patrón sonó amenazante; y en tanto enseñaba la pistola 380, el aludido no lo pensó mucho y abandonó el lobby, casi corriendo.
Loreto – quien se desempeñaba como ayudante de cocina – fue presa de una crisis nerviosa. Se veía sumamente asustada. Y no era para menos, pues se tenía un enfrentamiento entre el que había sido Jefe de la Policía Federal de Caminos, y el nuevo dueño del hotel.
La mujer depositó la charola en el escritorio del que esto escribe. El jugo de naranja, junto con el café, el hígado encebollado, la leche y los panecillos quedaron intactos. El señor Avilés no probó bocado; y aún con el arma en la mano ordenó: “¡Comunícame con el procurador!”. Y si la señora Loreto estaba asustada, el que esto escribe también se sentía aterrado.
El señor Romero había llegado exigiendo lo que restaba como pago por la venta del Hotel Corita (ahora Ejecutivo Inn), solo que no lo hizo con buenos modales. Y fue esto lo que molestó al patrón, quien por su parte sacó a relucir su condición del hombre indomable. El asunto – al menos por esa vez – no pasó a mayores.
[epq-quote align=»align-left»]Al patrón le molestó la forma en que le cobró el Jefe de la Policía Federal de Caminos por la venta del hotel. — Fco. Javier Nieves.[/epq-quote]
En el fondo, don Jesús Avilés era un hombre humanista y no fueron pocos los que recibieron su ayuda, además de brindar empleo a cientos de personas. Se había establecido en la cabecera municipal de Ahuacatlán luego de abandonar Sinaloa, su estado natal.
En ésta ciudad instaló un negocio de pollos asados al que denominó “El Pollo Afamado”, mientras que en Ixtlán estableció una tienda de vinos y licores. Luego se supo de la adquisición de fincas y de prósperos ranchos. Y allá por 1983 concretó la compra del Hotel Corita a manos del señor Romero, quien para ese entonces se desempeñaba como Jefe de la Policía Federal de Caminos, en Nayarit.
Por esas fechas su servidor se encontraba laborando en Guadalajara como recepcionista del Hotel “De Mendoza”. Ahí es donde había puesto en práctica los conocimientos adquiridos en la Universidad Autónoma de Nayarit, donde cursé la carrera de Licenciado en Turismo.
El señor Avilés de alguna manera se enteró de mis estudios profesionales; y así, acudió directamente a mi domicilio aprovechando un fin de semana. Era un hombre directo:
- “Necesito a alguien como tú para que administre un hotel, en Tepic, ¿Te animas?”, me preguntó.
Y bueno, pensando en que así estaría cerca de mi familia, acepté.
- “Te espero el lunes en mi casa, a las ocho de la mañana. Te vas conmigo a Tepic porque te van a capacitar”, me dijo.
Para ese entonces yo solo sabía que el señor Avilés era un hombre acaudalado, pero no sabía de dónde provenía aquella fortuna; y únicamente pensaba aprovechar esa oportunidad de oro.
[epq-quote align=»align-right»]El señor Avilés era un hombre acaudalado, pero no sabía de dónde provenía su fortuna. — Fco. Javier Nieves.[/epq-quote]
A la hora convenida me aposté de nuevo frente a éste hombre de buen vestir, güero él, estatura regular y complexión robusta. En su lujosa camioneta nos trasladamos a la capital nayarita. Hora y media después me vi de pronto en el interior de un banco, acompañando al señor Avilés; y al salir de ahí sacó un fajo de billetes y me entregó ¡cinco mil pesos!, algo así como treinta mil de ahorita, ¡Una fortuna para mí!
- “Con esto quiero que te compres algunos trajes y cuatro o cinco pares de calzado. Tu vas a ser el gerente y debes de estar bien presentable”, me dijo.
A eso de las 12 del día me presentó ante la señora Pitch, esposa del señor Romero y gerente del hotel. De ella recibí la capacitación. Lo confieso: Al principio se me hacía un poco difícil. Habría que administrar todo: hotel, restaurant, bar. Un cambio total en mi rutina. Sin embargo, pronto me adapté a esa situación; y cumplidos los tiempos me vi investido como gerente del Hotel Corita.
¡Habrase visto! Aquel humilde panaderito – hijo de un afanoso sastre y una abnegada ama de casa – que cursó sus estudios a base de penurias, ocupaba ahora una silla gerencial en un hotel de tres estrellas – en aquel entonces solo el Fray Junípero era de cuatro estrellas.
Reglas de la sociedad. Una sociedad descompuesta que se marca de acuerdo a tu posición económica o a tu situación laboral. Así es como me rodeé de gente importante: políticos de renombre, deportistas famosos, actores y actrices de época. Pero también de narcotraficantes que luego ocuparían la atención de los principales diarios del país.
[epq-quote align=»align-left»]Sin saberlo, poco a poco me fui rodeando de políticos de renombre, deportistas famosos, actores y hasta narcotraficantes. — Fco. Javier Nieves.[/epq-quote]
A los primeros días de haber asumido el cargo – por citar un ejemplo – se organizó un evento político al que acudirían destacados políticos nacionales, entre ellos don Fidel Velásquez, quien fue hospedado en éste hotel, en la Suite 108, si mal no recuerdo. Alguien me lo presentó, justamente en el lobby, donde se encontraban varias personalidades.
Lo imaginaba de otra forma. Su mirada imponía; y a pesar de su corpulencia, cojeaba de su pie derecho. Por ahí conocí a Rigoberto Ochoa Zaragoza, y a partir de entonces me di cuenta de su estilo vulgar y ramplón.
- “¿Así es que tú eres el gerente de éste hotel? – me preguntó –; ¡Pos estás muy chavalo! ¿Y también eres igual de jotito que Jorgito?”, apuntó, en alusión a don Jorge Sánchez Ibarra, quien en aquellos tiempos ocupaba la gerencia del Hotel Fray Junípero.
Pero bueno, en un artículo posterior daré a conocer sucesos y anécdotas ocurridas en éste hotel, donde, insisto, conocí a importantes personalidades del mundo de la política, de la farándula y de muchas otras cosas más…
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