Cinco años hace que Tacha, mi esposa, renovó sus votos por la vida. Veintiséis de enero del 2016. Centro Médico de Occidente en Guadalajara. Fue en este nosocomio donde le implantaron el riñón que generosamente le donó Bethy Arvizu.
La historia es larga, pero de suyo interesante; quizás única en el pacífico mexicano, digna de plasmarse en algún libro o tal vez como trama central de una telenovela.
Basta saber que ni una ni otra se conocían personalmente. Bethy radicada en Estados Unidos, Tacha en Ahuacatlán. El internet las unió, estableciéndose una comunicación muy cercana, a grado tal que pudieran ambas ser consideradas como hermanas.
Ramón, el esposo de Bethy fue por así decirlo el intermediario. De hecho fue él quien se ofreció primero a donarle un riñón a mi esposa, pero en los primeros estudios se le descubrió cáncer, muriendo tres o cuatro meses después.
Para entonces ya se habían establecido sólidos lazos entre Bethy y Tacha. Comunicación intensa y el 26 de septiembre del 2014 fuimos al aeropuerto de Puerto Vallarta a recoger a Bethy, quien venía puesta y firme a donarle uno de sus riñones a mi esposa.
Un año de protocolo, de idas y vueltas a Tepic y a Guadalajara, de acudir a las sesiones de hemodiálisis que iniciaron desde el 2013… Hasta que llegó la tercera semana de enero del 2016 cuando fueron llamadas por el Centro de Trasplantes del Centro Médico pertenecientes a la especialidad de nefrología.
El trasplante había sido programado para el 25 de enero. Dos días antes habían quedado aisladas en el cuarto 423, con los cuidados médicos para la intervención quirúrgica; pero justo ese día se presentó el caso de un donador cadavérico., siendo entonces que se llamó al paciente que seguía en la lista de espera. “El trasplante será hasta mañana”, nos dijeron en la jefatura de nefrología, es decir, para el 26 de enero.
Horas difíciles las que siguieron. Fuertes emociones; lucha intensa contra algunas adversidades; pero al final de cuentas se les condujo al quirófano. Los camilleros llegaron a eso de las 8:00 de la mañana para llevarse primero a Bethy. Veinte minutos después hicieron lo propio con mi esposa.
El trasplante fue exitoso. Urólogos, nefrólogos, cardiólogos, anestesiólogos, enfermeras, ¡Todos hicieron un buen trabajo!
Poco después del mediodía Bethy salió del quirófano para de ahí ser conducida al área de recuperación. “¿Cómo está Tachita?”, preguntó, visiblemente obnubilada. Mi esposa Fue llevada por su parte a terapia intensiva a eso de las 4:00 de la tarde de aquel 26 de enero.
Fueron más de 10 días los que permanecimos en el Centro Médico esperando “la alta” de los médicos, pero a Tacha le parecieron 10 años por ese cambio tan drástico y por tantas batallas que tenía que librar para irse acoplando a su nuevo órgano, es decir, a ese riñón que le donó Bethy Arvizu.
Más de 15 medicamentos le suministraron de momento, al menos tres o cuatro de ellos serían de por vida: Tacrolimus, Ácido Micofenólico, Prednisona y no recuerdo qué otros.
Hoy hace pues 5 años de aquellos difíciles momentos, pero gracias a Dios ambas están estables –donadora y receptora–; aunque hoy por hoy deben de cuidarse más que nunca por el tema de la pandemia.
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