IXTLÁN DEL RÍO.– En camionetas pick up o de redilas, autos sedán o autobús; a pie o a caballo, en moto o en bicicleta. El medio fue lo de menos. Lo más importante era sumirse a la fiesta a como diera lugar, Sentarse en las bancas de concreto, ahí, bajo los árboles que circundan la plazuela; frente al templo, disfrutando de un tejuino o raspado de frutas naturales, o saboreando también los deliciosos antojitos preparados bajo los secretos de nuestros ancestros.
No fue un día cualquiera para los habitantes de Cacalután. Fue día de fiesta, de jaripeo, de baile, de pachanga y de muchas otras cosas más. Jueves de la Ascensión. La fecha más importante para quienes tienen la fortuna de habitar en este pequeño rinconcito del estado de Nayarit.
Cientos de personas, quizás miles, fueron las que acudieron ayer a este singular pueblecillo que se encuentra enclavado en la sierra de Ixtlán, donde la naturaleza se extiende como un abanico en medio de su cielo azul y el canto de sus aves.
Desde Mezquites y del Aguacate, lo mismo que de Los Sauces y La Higuerita; también de San José de Gracia, “Los Ranchos” y El Terrero y por supuesto de la cabecera municipal se desplazaron hasta este lugar para participar de la algarabía de su fiesta.
Por la tarde tuvo lugar el tradicional jaripeo, en el “corral de toros”, con perchas y jinetes de renombre. La espumante cerveza no podía faltar. Habría que echarse unos cuantos traguitos para mitigar el calor y para “bajar” también la comida popular que se distribuyó entre todos los visitantes…
Algo similar ocurrió también ayer en Zoatlán y en Santa Isabel, así como en Santa Cruz de Camotlán, pertenecientes al municipio de Ahuacatlán… Son sus fiestas. Fiestas tradicionales; día de “pachanga”, de “cotorreo”, de diversión y esparcimiento. Fiestas al más puro estilo campirano.
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