¿Qué sería de la vida sin condimentos?, su presencia o ausencia determina el sabor de nuestros días y el aroma de nuestros recuerdos.
¿Imaginas el pozole sin orégano, la capirotada sin canela, el picón sin pasitas, las tortillitas sin chile o los tacos sin cebollitas?
Generalmente los agridulces cotidianos nos pasan desapercibidos por diversas razones o son tan evidentes que jamás los cuestionamos. La presente columna pretenderá abordarles con el particular sazón de mis palabras, el cual espero sea de su agrado motivándolos a participar y compartir sus valiosos comentarios y experiencias personales.
¡Bienvenidos!