Después de concluir las notas del día me desplacé a casa de mi madre. Ahí estaban mis hermanos. Los saludé y conversé unos minutos con todos; pero durante el diálogo no pude recordar algunos nombres y sucesos del pasado.
Pero no es la primera vez que esto me sucede. De un tiempo hacia acá he notado que olvido muchas cosas con suma facilidad.
Al abordar de nuevo la Explorer sentí que el talón de Aquiles de mi pie derecho me impedía caminar con normalidad; y al sentarme sentí un dolor en la espalda. Mi hijo Cesarín dijo entonces con sorna pero sin tratar de ofenderme: “¡Apá!, ¡Es que ya está viejito!… Tomé las cosas con optimismo y me dije en silencio:
► Brindo por los años que han pasado, cuando podía hablar de corridito sin caer en lagunas mentales.
► Brindo por los días cuando caminaba ligerito, cuando jugaba fútbol con Los Panaderos sin dolor en la espalda, ni en la rodilla, ni en mis manos o pies.
► Brindo por cuando me secaba mi pelito y lo acomodaba como me daba la gana.
► Brindo por aquella casa de Morelos 106 en viví mi niñez y adolescencia y en la que subía al techo y lo bajaba en un “dos por tres”.
►Brindo por los tiempos en que podía subir al Cerrito de la Cueva sin fatigarme para nada o que me desplazaba hasta el Coastecomate para cazar ardillas con mi perro “El Coronel”.
►Brindo por esos mismos tiempos cuando me sentaba en la banqueta de mi casa a escuchar a Chucho el Roto mientras jugaba a La Mocha con mis amiguitos del barrio.
► Brindo por cuando escuchaba perfectamente lo que decían de la mesa de al lado.
►Brindo por cuando podía leer a Hermelinda Linda y a Memín Pingüin y no tenía que salir corriendo a buscar los pinches lentes para poder saber que cabrones decían los diálogos.
►Brindo por la segunda y la tercera edad a la que ya le ando pisando los talones.
►Brindo por el paracetamol, el clonazepan, el pharmaton, las medicinas y demás suplementos alimenticios que me tengo que tragar para tener juerzas…
►Brindo por los años que he vivido por las vivencias que he tenido y por los amigos que tengo aunque están igual de jodidos y cada día más viejitos que yo.
¡Salud amigos! ¡Y que chifle a su máuser la edad! Sigan riendo y contagiándome con su alegría, que es el alimento diario de todas nosotros.
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