Regresábamos en el auto por la avenida Hidalgo con el tráfico cargado. Incitado por la película que acabábamos de ver, por un momento me imaginé tener ese poder de controlar el magnetismo y hacer que el semáforo de la calle Javier Mina se doblara, mover a los demás vehículos a los lados, y poder seguir con el trayecto hasta la casa.
Otro don que resulta sugestivo es el de detener el tiempo mientras te mueves a la velocidad de la luz. Controlar la mente ya es una exageración, ¿no?
Disfrutamos mucho el último estreno de los «X-Men Apocalipsis». Cuando llegamos al Mesón de la Palma, nos sorprendimos al ver que a pesar de ser inicio de semana, había muchos esperando ingresar a la sala del CINEMAC; que por cierto, no significa en sus primeras cuatro letras «Clasificación Internacional Normalizada de la Educación», como respondieron algunos usuarios a la trivia para ganar un pase doble respecto al significado de esta nueva empresa del heredero del ex tinto licenciado Miguel Ángel Caro Preciado, sino que simple y llanamente es la contracción del cinematógrafo, ese aparato de los hermanos Lumière que a partir de 1895 formó lo que ahora se conoce como el séptimo arte.
Y es arte porque se requiere de un gran ingenio, una lúcida imaginación y capacidad creativa para poder crear historias que nos transportan a otra dimensión. De hecho, la última entrega de los «X-Men» se está proyectando en 3D.
Cuando llegamos, no fue el olor a palomitas lo que esta vez me atrapó, sino los lentes oscuros que no sabía si ponérmelos sobre los que uso contra la miopía, debajo de ellos o sin ellos. Al final, tuve que hacer la combinación de ambos para poder meterme a la pantalla grande como lo hicieron los demás.
Al comienzo las gafas te provocan algo de vértigo, pero al final terminas por adaptarte y por momentos ya no sabes si las cosas se te vienen encima o tú te lanzas sobre ellas. Esa es la magia de la tercera dimensión en el cine.
De modo que ver la mejor película que se ha producido de los X-Men en 3D vale la pena. Las escenas son espectaculares. La trama también es interesante. En esta cinta los mutantes manifiestan sus poderes al máximo. Y si va acompañado por su pareja la experiencia es satisfaciente.
No es que haya escenas románticas. Conmovedoras sí; el caso es que Miguel Ángel pone el aire acondicionado muy frío, lo que incrementa las posibilidades de acurrucarse.
Es verdad que no hay posibilidades de adquirir superpoderes, pero no hay por qué decepcionarnos, solemos ser peor que los mutantes. No estamos lejos de provocar un verdadero apocalipsis.
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