AHUACATLÁN
Políticos de un lado y de otro; azules y tricolores, amarillos y anaranjados, verdes y rojos son los que se la han acercado a la señora Adelina Celis. Sus pláticas siempre han empezado tocando los temas comunes y cotidianos; pero de pronto la sueltan: “Queremos que sea nuestra candidata”.
Son muchas las veces que la señora Adelina ha escuchado estas palabras; pero su respuesta siempre ha sido la misma: “No gracias, no nací para política”.
A veces insisten, terquean, pero hasta el momento nadie la ha podido convencer para que sea ella la abanderada de tal o cual partido y parece ser que nadie podría persuadirla. Simple y sencillamente no está interesada en ocupar ningún cargo de elección popular o dentro de la función pública. La absorben otros “quehaceres” relacionados principalmente con los negocios.
Adelina Celis, de acuerdo a la percepción de cientos de ahuacatlenses, sería una candidata idónea, con garantía de triunfo y sobre todo para despachar desde la silla presidencial; pero definitivamente ella descarta cualquier posibilidad de incursionar en la política.
Nacida en una apartada comunidad de la zona rural, Adelina no desconoce la pobreza. De niña sufrió de limitaciones y hasta tuvo que ayudarles a sus padres en las tareas del campo. Después logró establecerse en esta cabecera municipal para cursar sus estudios elementales, destacando en el ramo de la declamación y la oratoria.
En secundaria ocurrió lo mismo al igual que cuando cursó su educación media superior, llegando incluso a representar a sus escuelas en concursos estatales y hasta nacionales.
Adelina es un dechado de cualidades; y de entre ellas habría que resaltar sin duda alguna su generosidad, su humanismo y su lucha ante las injusticias. Sin ostentar cargo público alguno, Adelina Celis ha otorgado cientos de apoyos a personas o familias en situación de pobreza; solo que ella no es proclive al protagonismo. No es muy dada a los reflectores; prefiere la discreción, el anonimato.
Trabaja todos los días, desde que amanece hasta que anochece; e incluso hasta el amanecer. Es franca y abierta, pero también calculadora. Escudriña al interior de sus interlocutores para luego emitir alguna opinión o postura personal.
Por lo pronto ella misma se descarta como posible candidata, “Respeto a los políticos, pero a mí no me gusta esa actividad. No quiero distraerme de mis asuntos personales y desde aquí seguiré apoyando a quien lo necesite. Y si por ahí me ven ayudando a algunas gentes, no piensen que lo hago por interés; ¡Lo hago de corazón!”, finaliza.
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