- Las autoridades migratorias de estados unidos, nos revisan hasta los chones.
Y allá vamos a convivir con familiares radicados en California, a quienes muchos años no veíamos y que tales encuentros sirven para revitalizar la mente y el espíritu, aunque previo a ello, tiene uno que pasar por las molestias revisiones migratoria.
En el Aeropuerto de Guadalajara, previo a la salida del vuelo, las maletas y bolsos de mano pasan por una banda, en charolas pone uno todos los artículos que se llevan en los bolsillos y al llegar a Ontario, las autoridades revisan la visa, nos toman huellas de las manos, fotografía del rostro, preguntan domicilio de los familiares donde estaremos y autorizan el permiso para permanecer en el país por seis meses, nuevamente pasan por una banda maletas y bolsas o maletines de mano, para que mediante rayos especiales detectar artículos que no están permitidos ingresar a ese país.
Ya con nuestros familiares en aquella parte del territorio que hace más de ciento sesenta años fue parte de nuestro país y que por unos millones de dólares pasó a formar parte del mapa de Estados Unidos, está habitada por muchos paisanos que trabajan en lo que sea.
Hace más de 160 años les fue cedido por el tal Santa Anna, dos millones de kilómetros cuadrados a Estados Unidos y aun les seguimos ofreciendo parte de nuestro patrimonio con el aval de eternos políticos que nos representas en las cámaras de diputados y senadores, y que luego van a sus estados cínicamente a solicitar el aval para ser gobernadores, presidentes municipales o de perdis diputados locales. Para ellos lo importante es seguir pegados a las ubres presupuestales.
Fue placentera nuestra estancia con nuestras familias que sudan la gota gorda para subsistir. Algunos ya son ciudadanos, otros residentes pero otros, indocumentados. Permanecimos en Fontana, Coachella, Thousand o mil Palmas. Allí el sol en verdad lacera, pues el terreno es vil desierto, pero a pesar de ello, los paisanos allí radicados trabajan arduamente en restaurantes, tiendas de auto servicio, empleados domésticos etc. Pude saludar a paisanos de Puga, de Xalisco, de Tecuala, Compostela, que a pesar de la distancia, están al pendiente de los procesos políticos. Hacen diversos comentarios a favor y en contra.
Después de 20 días de convivencia familiar y al retornar a México, en el Aeropuerto de Ontario, nuevamente la revisión de la visa. El mismo procedimiento de las maletas y las cosas que lleva uno en los bolsillos de pantalones y caminas; pero además, nos indican quitarnos los zapatos que se colocan en la banda. Me hacen pasar por un pequeño pasadizo como túnel y me indican pararme frente a una figura humana con las manos entrelazadas arriba de la cabeza, lo hago emulando al mono delineado; yo creo que a través de esa silueta lo ven a uno encuerado, y nos ven desde las anginas hasta la próstata.
El oficial pregunta si traigo algo en los bolsillos de la camisa, si tengo prótesis metálicas; le respondo que no. Hace mueca extrañado. Me digo hacia mis adentros: han de ser las estalactitas y estalagmitas que oprimen mi alma, algo que estará por siempre en mí como tatuajes.
Callado, me hace un ademán con sus manos indicándome caminar y poner los pies sobre otros pintados en el piso, un paso más, y otros pies dibujados, me pasan por las palmas de mis manos un artefacto semejante a una macana; y me inquieto, me incomodo y digo calladamente: “Pues que chingados buscan estos inches güeros”.
Ya en el avión tuve como compañero un joven. Permanecimos un rato callados. Él parecía nervioso. Yo estaba taciturno revoloteando en mi mente, ya que precisamente ese día se cumplían dos años de la desaparición de mi hijo. Veo su nerviosismo y le indico que no pasará nada y empieza a fluir su plática.
Me indica que después de haber permanecido un año con un hermano en el vecino país, regresaba con mucha emoción a su terruño, indicándome que sí volvería a visitar a su hermano, pero solo por estancias cortas. Platica de sus planes de estudiar veterinario, ya que su abuelo tiene tierras y ganado. Pregunta si darán algo porque trae mucha hambre, pues en reunión de despedida sólo se comió dos pupusas (antojito de El Salvador). Es lo mismo que yo comí – le dije – pero no tengo apetito. Aquí solo te van a dar cacahuates y refrescos.
Continúa su plática y describe las cosas que no le agradaban en ese país y que por ello añoraba a su terruño, Atotonilco el Alto Jalisco; sobre todo saborear la comida de la región, los platillos preparados por su abuela. Añoraba el vaso con leche recién ordeñada (bronca) al que le agrega un huevo y chorrito de licor, además de las tortillas hechas en casa a mano, el menudo, los antojitos y acompañar a su abuela a la misa dominical de las ocho de la mañana. Y ya a punto de aterrizar en el aeropuerto de Guadalajara, expresó con una sonrisa “¡…Ya se ven las nopaleras!”.
Llegamos previo a la celebración del Día del Padre y hago repaso de que el calendario, al ir desprendiendo las hojas hay fechas que nos hacen recordar momentos gratos y otros menos gratos o de pesar, de dolor.
Así, en los 365 días, vamos recordando cumpleaños de nuestros padres, esposa (o) hijos, amigos, el nuestro y nos satisface enviar o recibir el mensaje que nos hace sentirnos bien.
De igual forma el día la madre, del abuelo, el de la familia, del compadre, de la mujer, el día de la profesión a la que nos dedicamos, los días que marcan festividades cívico culturales. El día en que fallecieron nuestros seres queridos también los recordamos ofreciéndoles una misa, una oración, una visita al panteón y naturalmente hacemos un repaso de sus características, de sus actitudes, cualidades, de lo que los hace únicos, de su amor, de sus consejos etc.
Hoy que se cumplen dos años de la desaparición de mi hijo Héctor Omar, aunque hago un repaso de su infancia, de todo su crecimiento a nuestro lado, de cuando para realizar sus estudios y luego su trabajo tuvo que trasladarse al Distrito Federal; de su matrimonio, del nacimiento de sus hijos, mis nietos; diario al amanecer, esperanzado, abro las ventanas de casa porque el trino de los pájaros y murmullo del viento, pueden traerme un mensaje que intentaré interpretar.
Tengo una manía desesperada. Cada vez que entro o salgo de la cochera, abro el buzón para ver si el cartero dejó alguna carta, checo el teléfono para ver si hay mensajes de voz, mi teléfono móvil. Eso lo repito a diario y en forma constante, como en espera del milagro Y como la vida sigue, continuaré con una luz de confianza encendida.
Y una de las cosas que cambió en mi rostro, el rictus a ligera sonrisa, burlona como decimos en mi pueblo, fue la entrevista que le hacen al tal Layin, candidato independiente a presidente municipal de San Blas, quien inicialmente declaró que cuando fue presidente de ese municipio robó, pero poquito, aunque en la entrevista a nivel nacional se desdijo, admitiendo que fue sólo una broma campirana.
Pero lo dicho inicialmente allí está. Algunos lo catalogan de cínico. A mí me causa risa, “por la sinceridad” pareciera que hablaba a nombre de otros ex presidentes o presidentes municipales (el que se sienta libe de culpa, que arroje la primera piedra) y sobre todo la demostración inútil de las autoridades fiscalizadores.
Esta sinceridad de Layín en verdad logró dibujar una sonrisa en mi rostro, que ya es mucho. escanio7@hotmail.com
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