La memoria de un pueblo se abre paso en el templo de la Inmaculada.
AHUACATLÁN.
La opinión es unánime. La Expo Histórico-Cultural de Ahuacatlán fue un acierto.
La nave del Templo de la Inmaculada se transformó en un espacio para la memoria. Ahí, entre muros antiguos, decenas de personas se reunieron para recordar.
El corte del listón corrió a cargo del presidente municipal, Manolo Andalón, y del párroco Juan Manuel Íñiguez. Un gesto sencillo, pero cargado de simbolismo. Con él, quedó inaugurado este encuentro con el pasado.
En la exposición se muestran imágenes que viajan por el tiempo. Rostros y paisajes que hablan de lo que fue Ahuacatlán. Objetos familiares, prendas, recuerdos que guardan la esencia del pueblo.

Uno de los espacios más significativos está dedicado a la misionera Bety Robles Ibarra, con su labor en África. Una vida entregada al servicio, reconocida con respeto y orgullo.
Los trajes típicos y autóctonos de las danzas locales también atraen miradas. Colores, texturas y símbolos que mantienen viva la tradición.
La expo fue concebida por el profesor Alfredo Delgado Sandoval, quien, junto con el ECOMSEO, organizó cada detalle. El resultado habla por sí solo: un puente entre la historia y la identidad.
Ahuacatlán recordó. Y en ese recordar, se reconoció a sí mismo.
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