Un homenaje lleno de nostalgia para Anastacia “Tacha” Cosío.
Este viernes 22 de agosto se cumplen tres años desde que mi difunta esposa, Anastacia Cosío Tapia, a quien todos conocían con cariño como “Tacha”, dejó este mundo.
Tenía 59 años y con su partida se llevó una parte de todos los que la quisimos, pero también nos dejó la herencia más grande: su ejemplo de fortaleza, de entrega y de amor infinito hacia nuestra familia.

Su vida no fue fácil en los últimos años. Desde el 2013 comenzó la lucha contra la insuficiencia renal, que la obligaba a trasladarse tres veces por semana de Ahuacatlán a Tepic para recibir hemodiálisis. Tres años de sacrificio y de resistencia admirable.
Luego, en 2016, la esperanza llegó gracias a un trasplante de riñón, fruto del noble gesto de Bethy Arvizu, a quien siempre le tendré un agradecimiento profundo.

Pero la batalla más dura llegó a finales del 2021, cuando fue alcanzada por un cáncer de mama agresivo, provocado por el oncogén conocido como Herz 2.
Ni las 28 radiaciones lograron frenar esa enfermedad despiadada. El dolor se volvió insoportable, y ningún medicamento pudo darle alivio.
Finalmente, el 22 de agosto del 2022, a las 7:42 de la noche, su cuerpo descansó… aunque su recuerdo sigue más vivo que nunca.
“Tacha” fue hija de doña Martina Tapia y don Albino Cosío, fundador y primer presidente del Comisariado Ejidal.
Fue la quinta de siete hermanos y recibió el nombre de su abuela paterna, aunque todos la llamaban con ese apócope tan suyo que la distinguía.
Fue una mujer trabajadora, sensible y crítica, con una alegría especial que florecía cuando escuchaba cumbias. Le apasionaba el baile y tenía esa chispa que iluminaba cualquier reunión.
Pero, sobre todo, fue una madre excepcional, que se desvivió por nuestros hijos, siempre queriendo darles lo mejor y soñando con verlos triunfar.
Hoy, a tres años de tu partida, nos invade la nostalgia y el dolor de lo que ya no está. Pienso en todo lo que pudimos haber hecho diferente, en los detalles que quizá pudieron darle una vida mejor. Pero también agradezco cada instante compartido, cada sonrisa y cada abrazo que nos regaló.
Porque aunque la muerte nos arrebató su presencia, su recuerdo permanece intacto y su memoria es la huella imborrable que acompaña cada día a la familia Nieves Cosío.
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