Omar G. Nieves
En Estados Unidos la crisis económica agudiza más la falta de empleo de los inmigrantes mexicanos, quienes en su desesperación, muchos optan por regresar a sus lugares de orígenes.
Desde diciembre pasado se pudo notar el incremento de compatriotas que vinieron a este país para pasar la Navidad con sus familias, y probar si les era fácil quedarse aquí. Decenas lo hicieron, pero ahora igual quieren pasar la frontera para volver al vecino país. “De pobres aquí, a pobres allá, mejor allá”, es un dicho muy recurrente entre ellos.
Lo que sí es notorio es el hecho de que las remesas han bajado sobremanera en esta zona, suceso del que ya se han dado cuenta la mayoría de los medios de comunicación. Lo que no se ha dicho es que como efecto adverso o colateral, los jóvenes desertan de las escuelas y se adentran al mundo de las drogas, se tiran al ocio, y su único incentivo es seguir agrupados en pandillas o grupos juveniles nocivos. En época actual a éstos chavos se les conocen como “ninis”, porque ni estudian ni trabajan.
Por lo que concierne a los más grandes, se sabe que muchos de los que no consiguen empleo se dedican al campo. Sí, al campo, pero sembrando mariguana, cuidándola, o ya de plano en el tráfico de estupefacientes.
Poco a poco el sueño americano se desvanece. Se sabe que ya no existe el mismo afán de cruzar la línea, al fin y al cabo poco se logra en aquel país. De manera análoga, los que ya están establecidos con residencia o ciudadanía americana en Estados Unidos, no les provoca el retornar a vivir en estas tierras. Y en medio de ambos, están los indocumentados, los que más desarraigados que nunca, no encuentran su tierra, aquella donde se dice, les puede ir bien.
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