DÍA DE MUERTOS, EN EL SUR
Ahuacatlán, Nay., Nov. 02.- (Francisco Javier Nieves Aguilar).- En el encuentro con los muertos, los cantos, las flores y los recuerdos, estuvieron presentes. Miles de personas acudieron a los panteones municipales de la zona sur, a visitar a los que ya no están, y que jamás volverán.
Antes de encontrarse con sus difuntos, los deudos se toparon con las decenas de vendedores ambulantes que convirtieron el dos de noviembre en una verbena. Para ellos, la tristeza por los que ya no están, era lo de menos; lo importante era ganar un buen dinero.
Después de lidiar con los ambulantes de flores, cañas, comida, y también de botes con agua, los deudos se encontraron con los suyos. Ahí, sobre sus tumbas, recordaron los momentos que pasaron juntos en vida.
“El día en que yo me muera, no voy a llevarme nada…”, parte de una estrofa de la canción “Un puño de tierra”, se escuchaba por todas partes; más aún en el panteón viejo de Ixtlán, a donde acudieron mariachis, conjuntos norteños y tríos a ofrecer sus servicios. A 50 pesos la melodía. Alrededor de ellos, una familia que le rendía culto a su madre fallecida el año pasado, lloraba inconsolable.
Las ofrendas en el dos de noviembre, no podían faltar. Las tumbas, olvidadas durante meses, se convirtieron prácticamente en centros de mesa y arreglos florales. Los colores amarillo, morado y blanco, le dieron un aspecto diferente a los cementerios.
Las tumbas quedaron llenas de vida con las flores y algunas, hasta con veladoras encendidas, pero en unas semanas estarán como en el resto del año: olvidadas hasta que llegue otro dos de noviembre.
Para muchos el Día de Muertos más que un día triste, es un día donde recuerdan las buenas acciones de quienes se nos adelantaron en el camino y que ahora, nos cuidan desde el cielo.
“Pues sí, cada año vengo al panteón. Le rezo a mis queridos difuntos”, dice Ramona Martínez, de Ahuacatlán; y al pie de la tumba de su extinto yerno, Francisco Villegas, señala que hoy en día se ha perdido un poco la sensibilidad para la confección de coronas… “ahora nos vamos a lo fácil, las compramos donde sea”, aduce.
En el exterior del cementerio, Doña “Chana” Valencia intenta obtener unos cuantos pesos vendiendo sus tradicionales calaveritas de dulce y leche, mientras que Domingo Zavalza, el guardapanteón, “va y viene”, de aquí pa´llá y de allá pa´cá, cuidando las tumbas y orientando a los paseantes sobre la ubicación de tal o cual fosa.
El sol pega con fuerza, pero en el panteón de Jala es un constante ir y venir. En el nuevo cementerio, la familia Galindo acomoda flores artificiales sobre una tumba, de una en una; “No por favor; no me entreviste a mi; mejor a mi hermana. Ella sabe hablar mejor que yo”, dice una joven mujer.
Y en tanto eso ocurre, en los panteones de Amatlán de Cañas la celebración del día de muertos transcurre con toda pasividad. No falta el chiquillo medroso que, jalando la mano de su madre se resiste a entrar al cementerio… “¡Ya vámonos mami, ya vámonos!”.
Excelente coordinación la de personal de protección civil, seguridad pública, comisión nacional de emergencia y tránsito del estado. Un festejo tranquilo fue el que se desarrolló ayer con motivo del día de muertos. Un poco de congestionamiento vehicular, pero nada de cuidado.
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