AHUACATLÁN
Mientras escribo estas líneas, los peregrinos de Ahuacatlán que el pasado jueves por la noche partieron a Talpa de Allende, Jalisco, reposan en algún galerón o finca de la comunidad de El Atajo –situada en las inmediaciones de Talpa y San Sebastián del Oeste–.
Cansados todos. Fatigados, exhaustos; muchos de ellos adoloridos por las ampollas o de sus articulaciones. La travesía no ha sido fácil. Caminan arrastrando sus pies sosteniéndose en sus “burritas”.
Es ésta la cuarta jornada, pero “ya están más pa´llá que pa´cá”, como se dice en el lenguaje coloquial.
Anteanoche durmieron en San Sebastián; pero antes, el gobierno de Agustín Godínez les ofreció una comida, mientras que las autoridades municipales de aquel pintoresco Pueblo Mágico, los recibieron con un evento cultural.
Quizás cuando lea usted lea éstas líneas la mayoría ya habrá arribado a Talpa. Algunos llegaron este martes desde muy temprano, aún cuando el sol ni siquiera aparecía. Tal vez estén descansando en un hotel. Otros estarán sentados sobre las banquetas o en las bancas de la plaza pública, ahí frente al templo del lugar.
La calle principal es ocupada este día por los peregrinos de Ahuacatlán. Momentos también de comprar los ates de guayaba, los chicles, accesorios personales y artesanías diversas.
Poco después del mediodía participarán en la tradicional peregrinación que partirá de la entrada poniente hacia el templo. Llegó la hora de estar ante la virgen, frente a frente. Rogar por los enfermos, agradecerle los milagros.
La mayoría emprenderá el regreso está misma tarde. Otros lo harán hasta mañana para decir: “¡Misión cumplida!”.
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