A vísperas de un crudo invierno se ve a las mariposas emprender su danza con alas amarillas y blancas a ras del suelo, capturando al instante los rayos solares y siendo testigos del ensayo del astro por prevernos de calor y esperanza.
¿Qué le ha pasado al frío? ¿A caso el paso del tiempo mermó su eficacia?…
Aquí las celebraciones se palpan en medio del helado aire; los graduados, los que aman, los valientes, los que logran, los que actúan y deciden para bien; los victoriosos a 365 intentos emprendidos.
Es cierto que las golondrinas emigraron y muchas de ellas jamás volverán, han tomado su curso rumbo a otro puerto, su sitio ya no es el nuestro. Sin nostalgia les enviamos bendiciones para su travesía, ojalá que su existencia logre su cometido al igual que la nuestra.
Los amigos, familias y enamorados se reúnen al centro del cálido hogar, se miran diferente. Saben que han cambiado con los aprendizajes de este ciclo pero buscan en la mirada del otro el cariño nacido desde su encuentro el primer día de su historia juntos. Las amas de casa preguntan al cielo nublado para tender las ropas, cobijas, máteles y sábanas, es tan noble su labor de anfitrionas, que incluso el viento fresco ayuda a concluir su tarea.
El frío opresor pierde eficacia. Insistente nos golpea con su látigo impasible e insensible a las necesidades y anhelos del hombre sencillo, nos deja resecos y acartonados por unos segundos, con las manos tullidas, los huesos inmóviles, la sonrisa congelada casi convertida en semblante de terror, sin llanto… entonces, justo en su seno surgimos resurrectos con solidez de volcán, exhalación de vapor de agua y el corazón ardiendo. Nosotros seguimos vivos sin miedo a la muerte y aunque la visita del frío se vuelva estadía… el mañana traerá consigo la primavera.
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