AHUACATLÁN.— El Himno al Agrarista retumbó de nuevo el salón ejidal. Algunos ejidatarios ni siquiera ocuparon de la hoja que previamente les habían entregado con las notas de este canto que tanta fama cobró en las últimas décadas del siglo pasado. Se lo saben de memoria; y lo entonaron henchidos de emoción.
Domingo; día no laborable; ideal para esta celebración. Más aún sabiendo que los hombres de sombrero y huarache festejarían el 80 aniversario de su fundación.
Cuestiones derivadas de su agenda le impidieron al presidente municipal estar presente en esta fiesta de aniversario, correspondiéndole al regidor Jaudiel González llevar su representación, destacando también la presencia de invitados especiales, como el de la ex diputada federal y ex senadora, Hilaria Domínguez, así como del dirigente estatal de Vanguardia Juvenil Agrarista, Fabricio Espinosa.
El actual presidente del Comisariado Ejidal, Víctor Rodríguez, recordó a grandes rasgos la lucha que en sus tiempos libró un grupo de campesinos para que se les dotara de un pedazo de tierra donde cultivar sus productos.
Aquella lucha –narró Víctor Rodríguez- finalizó cuando el presidente Lázaro Cárdenas decretó la fundación del Ejido, en 1938, año en el cual se constituyó la Primera Mesa Directiva reconocida por las autoridades oficiales y la cual llevó a la cabeza a Don Albino Cosío.
Además de la reseña histórica, el presidente del comisariado ejidal rememoró a los ejidatarios ya fallecidos; “Hoy que estamos cumpliendo 80 años de la fundación de nuestro ejido debemos reconocer a aquellos hombres, a nuestros padres, a nuestros abuelos y a todos aquellos que de una u otra forma contribuyeron para que se nos dotara de un pedazo de tierra”, señaló.
Reconoció que con las modificaciones al artículo 27 constitucional todos los ejidos de la república han ido perdiendo fuerzas paulatinamente, pero aseguró que la unidad y la armonía han sido pieza clave en la buena marcha de este ejido.
Para cerrar con broche de oro, los asistentes disfrutaron de una deliciosa birria que fue acompañado con frijolitos y una ensalada, en medio de una desbordante alegría que se complementó con las notas musicales de un talentoso organista y de un grupo norteño.
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