Omar G. Nieves
Los presidentes municipales no alcanzarán – como siempre – a ver sus proyectos terminados. Sin arreglar maletas, ya comienzan a arreglar sus despachos para el próximo inquilino.
Dos años de gobierno. Este es el punto donde se supone que los alcaldes ya aprendieron el oficio político para ejercer su cargo; donde ya saben canalizar una demanda dentro de sus propias dependencias, donde saben con quién acudir para realizar una gestión y donde se saben conducir ante la ciudadanía con prudencia.
Los que antes hubieron ocupado algún puesto público, tienen además la ventaja de conocer las maniobras para hacer los hoyos y volverlos a tapar abriendo otro, como los gatos. Ya conocen a los ingenieros de las constructoras que en apariencia compiten por las obras públicas en las licitaciones en donde el único que participa es el Club de Toby, es decir, la asociación de empresarios que en común acuerdo se van turnando las construcciones.
¡Y pensar que ya se les está acabando el tiempo! … Pero analicemos cada caso concreto.
AHUCATLÁN:
La administración de Chuyín Bernal puede ser considerada la más exitosa en las últimas décadas. Obras millonarias han sido la reconstrucción de los portales El Capri, el del palacio municipal y los que están perpendiculares a ésta. Se ha rehabilitado el drenaje de la calle Guerrero y un tramo de la avenida 20 de Noviembre. En proyectos a futuro se cuenta con la reestructuración de la plaza de toros y se dice que el próximo año se hará la rehabilitación del parque Morelos, el mejoramiento de la Casa de la Cultura y el boulevard de la carretera internacional. Eso sin contar lo que se ha hecho en las comunidades.
En logros personales podríamos destacar que Chuyín Bernal ha ido perdiendo el temor a hablar en público. Ya ni siquiera tartamudea o tiene el tic de los ojos que antes tenía. Y es que siendo figura pública sobra quien se acomida a recomendar terapias o hechizos para salir de algún problema. No, no es exageración; incluso hay libros sobre los políticos que recurren al esoterismo para resolver situaciones políticas. Pero no se malinterprete, no quiere decir que Bernal Lamas lo haya hecho.
Por esto y más, el presidente de Ahuacatlán podría proyectar una mejor imagen ante el pueblo. Desgraciadamente percibimos que a Chuyín le hace falta un buen equipo, sobre todo en el área de comunicación social y fotografía. Si quisiera, el popular tablajero hoy metido en lides políticas podría contar con un buen sucesor. Lástima en quien está poniendo sus ojos.
AMATLÁN DE CAÑAS:
En la tierra de las aguas termales el buen Chiruso ha demostrado que el gobierno se ejerce con carácter. Vaya con un temperamento flexible ante las demandas sociales y disciplinado hacia dentro.
En Amatlán de Cañas el hospital será un saludo exitoso que aprovechará Arturo Becerra por parte del gobierno estatal. Eso y las calles que están a punto de rehabilitar. Eso, más lo que un pueblo requiere en todo momento: tener a un amigo en la presidencia municipal. No un amigo en sentido literal, sino alguien accesible que te atienda y por lo menos te de una palmadita en el hombro, aunque no te resuelva el problema.
He conocido a muchos presidentes que así proceden y así se mantienen. A todos llaman “amigo”, aunque abusen de un término tan valioso como lo es la propia amistad, de la que podemos decir, se consolida con muy pocas personas.
A dos años de gobierno en Amatlán, como en los demás municipios del sur, comienza la carrera presidencial; sin que sepamos cuál es el balance general, ni quien lleva la delantera.
IXTLÁN DEL RÍO:
En Ixtlán hay de tres sopas: los que defienden irrestrictamente a Managüito, los que lo critican sin contemplamientos, y los que ni Juana ni Chana.
Los que secundan al edil aseguran que si éste vuelve a competir, les vuelve a ganar la presidencia. Para ellos todo lo que se hace en el trigésimo octavo Ayuntamiento es una maravilla – ¿Con un sueldo jugoso quién dice lo contrario? –. Su defensa incondicional es digna de alabarse, pues un gobernante sin gente leal está perdido. Ahí su buena nota.
Lo malo de este asunto es que, aparte de lo gravoso que resulta contratar a tantos colaboradores que engordan la burocracia, éstos cometieron el error de caer en una postura maniquea – que parece ya no seguir – cuando vinieron algunas críticas y empezaron a distinguir entre los buenos y malos ciudadanos, entre amigos y enemigos. El gobierno no está para eso.
Ahora, en cuanto a percepción e imagen pública la administración de Managüito sale bien librada. Los sondeos que hemos hecho así lo indican. Todo eso, considerando que siempre es más fácil dejarse influir por los señalamientos negativos que los positivos, sobre todo cuando la crítica es persistente, predecible, y, por lo tanto, carente de interés y objetividad.
Tener años de experiencia política es bueno y malo a la vez. Lo bueno en el caso de Managüito es que ha hecho muchas obras y ha implementado programas sociales que, si bien no resuelven la pobreza – ¿Quién dice que a nivel municipal se puede resolver eso? –, sí ha ayudado al desarrollo urbano y humano de Ixtlán. Lo malo es que precisamente no se sabe si ha habido algún aprovechamiento personal de estas obras. Pero quien tenga pruebas, que las presente, si no, que evite la especulación.
Finalmente, Sánchez Fletes ha mejorado considerablemente sus intervenciones públicas, aunque en entrevistas siga volteando al cielo para esperar las respuestas que emite con mucha cautela.
JALA:
El Ayuntamiento de Jala nos causa compasión. En este gobierno ni siquiera pueden liquidarnos cinco mil pesos que nos deben por la cobertura especial de la Feria del Elote, mucho menos las cinco facturas del convenio. Pero esta es una simple referencia de cómo les ha ido en este municipio, donde a lo largo de los dos años se han tenido que esconder de los acreedores que acuden a tesorería para saldar algún servicio, obra o producto contratado por la presidencia.
De hecho Jala sobrevive de aquel proverbio que dice que Dios proveerá. Así, del cielo les cayó el remozamiento del centro histórico – programa federal –; y así les cayó la construcción del Tecnológico del Sur – nuevamente la federación, por gestiones de Ney –.
Migue González y compañía han mantenido a funcionarios como Marcelino Santana y Nelson Ahumada pese a la incapacidad que han demostrado para ejercer sus funciones, ambos enajenados por la soberbia que da el poder.
El alcalde, un hombre bien intencionado y honesto, se ha dejado contagiar por los que habitan con él, creyendo tener la simpatía de la gente. Repito: los funcionarios no están para separar entre buenos y malos – ojo: que no hablo de delincuentes –, ni para ofrecerle rostros distintos de acuerdo a quien les cae bien o mal.
Con todo, queremos lo mejor para Jala.
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