Por la ruta de la historia
La tarde se transformaba y me sentía que seguía en esa máquina donde hombres y mujeres de principio de siglo XX y sus años con una vida distinta a nosotros. La plaza de Armas antigua, la Calle Real desolada porque la oscuridad tiene dominio, los árboles y el portal en reposo. Mientras nosotros en esas transfiguraciones a contraluz llegamos a colocar la última placa de este jueves que huele y sabe a cultura, a los aromas aquellos de nuestra comarca, del histórico Ixtlán, de lo sobresaliente de un héroe que es propio y nacional, de un ejemplo de rectitud y amor a la patria.
Todavía en rehabilitación este espacio, se cambió adoquines, jardineras, bancas que muy pronto quedarán inservibles porque son de madera. La herrería del kiosco y están labrando la cantera. Justamente estamos en el monumento al General Eulogio Parra, después de haber cruzado la valla y ya don Joaquín quita la deteriorada placa.
José Eulogio Parra Espinosa participó en el ejército liberal contra la intervención francesa de 1862 a 1867. Nació en la Villa de Ixtlán de Buenos Aires el 10 de marzo de 1840. Sus padres fueron José María Parra y María Antonia Espinosa. A la edad de 18 años se alistó en el “Ejército de Occidente” bajo el mando del General Ramón Corona.
Importante fue la participación de Eulogio Parra en las batallas de Palos Prietos, Sinaloa y la de “La Coronilla” en los llanos de Santa Ana Acatlán, Jalisco. El 18 de diciembre de 1866 fue ascendido a General por el presidente Juárez y fungió como gobernador de Jalisco del 21 al 26 de diciembre.
Muere en Santiago Papasquiaro, Durango, el 4 de julio de 1872, víctima de una fuerte pulmonía. El monumento fue inaugurado el 12 de septiembre de 1977, siendo presidente municipal el Profr. J. Guadalupe Sánchez Jaime. La escultura es obra del tapatío Julio Estrada y el pedestal del maestro albañil ixtlense don Tomás García.
Como seguimos con el lío de la foto del recuerdo, esperamos que alguien pase con un celular, ya no tenemos a Víctor Chávez; entonces llega Rosy Flores y gustosa acepta. Estamos felices porque seguimos en el corazón de los lugares que nuestros ascendientes caminaron alguna vez.
Que nosotros vivimos aquella plaza de palmeras, pasillos, corredores y la calle Juárez, la nostálgica por sus cantinas, el cine Hidalgo, después Colón y el Ixtlán que me tocó ser un espectador insólito de las maravillas del cine.
Aquí los esperamos este jueves, cinco de la tarde en un lugar donde se tenía el encuentro con la mujer y la música: el Apolo XI, lo que hoy es Coppel, en otra estación más por la Ruta de la Historia.
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