En el contexto del Cosmos, nuestro planeta representa una pequeña partícula, como una arenita pero con una energía que está en constante movimiento cual si tuviera retortijones, que ocasionan los terremotos, maremotos, inundaciones tsunamis Etc. Ante eso, nos damos cuenta lo vulnerable que somos.
Estos fenómenos son constantes; algunos imperceptibles, pero otros devastadores como el terremoto de 8.8 ocurrido en Chile en 2010, que también provocó un tsunami de 10 metros de altura; más de 600 personas murieron. En 2010 en Haití un devastador terremoto ocasionó la muerte de miles de personas; y en este año también sufrieron desastres Turquía e Indonesia.
En 2011 en Japón cuyo terremoto unido a un tsunami provocó la muerte de casi nueve mil personas, esto debido a problemas surgidos en un reactor nuclear.
Los hermanos Ecuatorianos están sufriendo las consecuencias del terremoto que se presentó en una parte del país y que con sus múltiples réplicas, ha ocasionado cientos de personas fallecidas, heridos y desparecidos y grandes daños materiales.
Los primeros habitantes del globo atribuían los desastres al enojo de los dioses. Les temían a las tormentas eléctricas, a las erupciones de los volcanes, Etc.
En el Éxodo, Jehová castigó de muchas formas a los Egipcios porque no permitían la salida de los israelitas hacia el encuentro del suelo prometido. Dios endureció el corazón del Faraón que no permitía salir a Moisés y su gente y El Río Nilo fue contaminado transformado sus aguas en sangre. También se hicieron presentes plagas de langostas y de ranas. Moisés y su gente en sus 400 años de ir en busca del suelo prometido, recibían castigo si se salían del huacal. Se enfrentaban a batallas con diversos pueblos y a veces Jehová los bendecía con triunfos o los entregaba a sus enemigos.
La destrucción de Sodoma y Gomorra devastadas con azufre y fuego, equivalente a una explosión nuclear; solo Lot y su familia fueron salvados. El diluvio que se menciona en muchas culturas y códices también acabó con la vida de muchos humanos, animales y plantas como castigo por la maldad, el odio y la violencia.
A estos acontecimientos hay que agregar que por nuestra indolencia, de la constante contaminación a nuestro planeta y su atmosfera, sin duda estamos encaminándonos al final de nuestra existencia, y hay que agregarle las epidemias y pandemias que han ocasionado muchas muertes. En el Siglo II la Peste Antonina fue devastadora en Roma, y se extendió por toda Italia, los síntomas eran: ardor en los ojos y la boca, sed y abrasamiento interior, fetidez en el aliento, piel enrojecida, tos violenta, gangrena, delirios y muerte a los nueve días. La peste Justiniana, iniciada por fiebre súbita hinchazón en las axilas, los muslos y detrás de las orejas mató a más de 600 mil personas.
La peste bubónica o peste negra, en el siglo XIV asoló a toda Europa. Esta enfermedad trasmitida por pulgas de las ratas silvestres fue causante de la pandemia de peste más devastadora en la historia de la humanidad, que alcanzó un punto máximo entre 1347 y 1352, matando a unos 25 millones en Europa, Asia y África. Ocasiona inflamación en los ganglios linfáticos. Si las bacterias llegan a los pulmones, el paciente desarrolla la peste neumónica, enfermedad mortífera.
Los conquistadores españoles introdujeron en América la viruela, que fue una epidemia aliada y esencial de Hernán Cortés en la caída de Tenochtitlan. En 1796 se encuentra una vacuna contra la viruela.
En el siglo XIX el cólera dejó cerca de 20 mil víctimas en Francia. En los países industrializados esta enfermedad está erradicada. Sin embargo, en algunos países de África y Sudamérica sigue cobrando víctimas. La gripe española en 1918 y 1919 a fines de la primera guerra mundial, mató entre 50 y 100 millones de personas, Y así podríamos enumerar la sífilis, la malaria; el sida que ha terminado con la existencia de millones de personas alrededor del mundo. La gripe asiática, epidemia que fue una combinación de gripe humana con una gripe de patos salvajes y acabó con más de un millón de personas, en los años 1957 y 58.
La gripe H3N3 que fue una combinación de virus aviar y una gripe humana, en el 2003 acabó con la vida de 250 personas en Corea, y en 2009 la influenza H1N1 se extendió por varias regiones geográficas que se originó por una variante de la influenza A, de origen porcino.
En 2014, azota el Ébola, considerado como líder del cuarto jinete del Apocalipsis. De África pasa a Europa, Estados Unidos y América. Este virus hace de las suyas a partir de 1976. El enfermo presenta un cuadro hemorrágico generalizado, como si el cuerpo estallara por dentro. El Ébola es la amenaza para todo el planeta. Y podríamos enumerar tantas enfermedades que han provocado epidemia y pandemias, como el síndrome de las vacas locas. Ésta pandemia causó pánico en el mundo debido a la alarma de que podía trasmitirse con facilidad al ser humano. Ahora tememos al Dengue, chikungunya, zika, y la influenza.
Con la actitud de las grandes naciones que solo buscan acrecentar el poder político, económico y apoderarse de las naciones más débiles, realizan sus experimentos nucleares, inventan guerras, experimentos bacteriales, que alteran nuestro planeta y hacen que surjan multitud de enfermedades. Sin duda se aproxima el final de homo sapiens, y si nuestro planeta decide librarse de nosotros a través de los desastres, las pandemias podrían eliminarnos con el piquete de un simple mosquito.
Algunos salmos nos alertan sobre lo que podría ser el final: “Unas naciones se levantarán en contra de otras, y pueblos contra otros pueblos. Habrá epidemias, hambres y terremotos en diversos lugares. Pero todo esto no será sino el comienzo de un doloroso alumbramiento. (Mateo 24-6 y 8.)”.
“…Se levantará una nación contra otra, y una raza contra otra. Habrá grandes terremotos, pestes y hambre en una y en otra parte. Se verán también cosas espantosas, y señales terribles en el cielo…” Lucas (21-10 y 11).
Isaías 1- 4 y 6: “¿Dónde quieren que les pegue ahora, ya que siguen rebeldes? Tienen toda la cabeza dolorida/ El corazón entero apenado, desde la planta de los pies/Hasta la cabeza no hay nada sano; heridas, golpes, llagas vivas…”.
Yo diría que es la voz de la madre naturaleza por el desmadre que estamos ocasionando a nuestro planeta ante el desacato del mandato divino de amarnos y respetarnos entre los humanos ya que agredimos, contaminamos destruimos, y estamos acabando con muchos seres vivos.
Imagino una reunión emergente con integrantes de comisiones disciplinarias del Cosmos, para analizar la situación de los terráqueos que en forma malévola atentan contra el cósmico y la naturaleza, la discusión sin duda seria sobre como el homo sapiens desde siempre ha atentado contra la creación, contra sí mismo; con el único afán de obtener riqueza y poder y maquina inclusive, conquistar otros mundos, o sea llevar su maldad más allá del planeta tierra.
Sin duda nos haríamos acreedores a sanciones muy severas. Aunque Jehová hizo promesa de no castigarnos más con otro diluvio. escanio7@hotmail.com
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