JALA.- ¿Alguna vez se ha puesto a pensar cómo diría la lápida de su sepultura? Esas inscripciones, esos pensamientos o dedicatorias son precisamente un epitafio; vieja tradición que casi un siglo ha acompañado a las bóvedas y criptas que hoy casi desaparecen en los panteones por el alto precio en que se cotizan.
En un recorrido por el panteón de Jala pudimos apreciar que en los últimos años, la tradición de colocar lápidas con leyendas, se ha perdido y posiblemente sea por los gastos que representa un sepelio, aunado al alto precio que cobran por hacer un trabajo de esta clase.
Pancho Gómez acudió este domingo al cementerio. Reposando bajo un árbol de naranjo – agrio – el buen Pancho se ve triste. “Vine a ver la tumba de mi papá –dice –; pero afirma que no le ha colocado el epitafio “porque me sale muy caro, y mi presupuesto no me alcanza”, señala.
Y efectivamente, de acuerdo con nuestras investigaciones, el precio de lápidas con epitafios grabados es muy alto y variable todo depende del tipo de material, aunque el más recomendable, por su duración es de loza mármol.
En el panteón de Jala se puede observar que en su parte antigua abundan todo tipo de epitafios, y las capillas más recientes ya no son requeridos.
Pero, ¿Qué es un epitafio?… Su origen es griego: Epitaphios, epi-sobre y taphé-sepultura, “sobre la sepultura”; y es una breve inscripción funeraria; puede ser en verso o prosa, acerca de la persona fallecida.
Trescientos pesos aproximadamente es el precio de una lápida sencilla en concreto, pero una de fina de mármol llega a costar hasta 20 mil pesos. “Esta tumba guarda tu cuerpo; Dios tu alma; y tu familia tu recuerdo”, señala una lápida. Otra dice: “Fuiste Una madre ejemplar. Nunca te olvidaremos”.
Sin embargo, se insiste, las tumbas recientes son ostentosas. Algunas parecen verdaderos palacios, pero les falta algo muy tradicional. Sus epitafios… una tradición que poco a poco va quedando en el olvido.
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