En el descuido total, oxidada, recubierta completamente de polvo. Las telarañas se mezclan en cada rincón. Pero el armatoste ahí está, y permanece en la misma posición, con el cañón apuntando hacia el frente, inclinado ligeramente hacia abajo.
El artefacto – al parecer de procedencia alemana – sirvió durante varias décadas para brindar horas y horas de entretenimiento a los ahuacatlenses. No había en el pueblo ningún otro espacio para el relax durante tres horas continuas.
El “aparato” era maniobrado por Carmelo, un hombre robusto y chaparrón acostumbrado a aguantar insultos e improperios de los cinéfilos quienes, apostados sobre de “balcón” o en las butacas de luneta, acudían a mirar las películas de moda.
Las películas se proyectaban por medio de esta mole de fierros que, se insiste, permanece en el mismo sitio de aquellos años, en un pequeño cuarto de cuatro metros cuadrados, con su cañón y su torreta, carretes, obturador, manivelas y demás componentes de los antiguos proyectores de cine.
Las bancas y butacas desaparecieron desde hace muchos años. Con la señal de televisión a mediados de los setentas el Cine Encanto paulatinamente dejó de funcionar; pero las cosas se agravaron con la aparición de las videocaseteras y después con los DVD,s.
El inmueble entró luego en una etapa de deterioro bastante notorio…. El lienzo blanco que servía como pantalla sabrá Dios que fue de él. Los muros, techos y paredes se convertirían después en un nido de aves y animales nocivos, ratas y cucarachas, arañas y alacranes, gorupos y quien sabe cuántas cosas más.
No hace mucho retiraron tierra y escombros acumulados. Se le dio una manita de gato y sus dueños rentaron el local a una mujer, quien a su vez reforzó su limpieza hasta dejarlo en condiciones cómodas. Ahí opera ahora un pequeño establecimiento dedicado a la venta de periódicos, dulces y golosinas, además de rentar juegos infantiles
La finca, sin embargo, conserva su diseño original. La ventanilla por donde se expendían los boletos está intacta, lo mismo que el cancel de acceso y la escalerilla que conducía hacia el balcón.
A veces parecen escucharse las airadas protestas de los aficionados, “¡No le cortes, Carmelo!”, seguido de la música de viento que le dirigían a éste como reclamo maternal.
Ahí quedaron sepultadas muchas emociones derivadas de los tramas. Angustias y alegrías surgidas de películas de El Santoy Blue Demon, Luis Aguilar y Fernando Casanova, Antonio Aguilar y las hermanas Pili y Mili, Pedro Infante y Jorge Negrete, Javier Solís, David Silva y muchos actores de la llamada época de oro del cine nacional.
Domingos, matinés para los niños. Sábados, funciones vespertinas y nocturnas. La alegre voz de don Félix Robles anunciando las películas del día; recorriendo a veces las pedregosas calles en su camioneta amarilla o desde el propio balcón del cine.
Tiempos pretéritos, pero hermosos. Entretenimiento sano que se disfrutaba todavía más con los cacahuates y pepitas que se adquirían con don Pascual Jacobo o con don León Vigil, dulces y golosinas que vendía Lola Estrella… En fin.
Nomás el recuerdo queda, como dice la canción, como las paletas que vendía también el famoso Pochole, quien era entonces un chiquillo, y hasta los estruendosos gases que traviesamente emitían el Molcate y el Calay, Javier Hernández y el Melón, entre muchos otros.
El Cine Encanto será destruido o remodelado. No se sabe, pero mientras tanto, ahí arriba, sobre ese cuarto de dos por dos, se encuentra aún la cámara o proyector de cine de tantas y tantas películas con las que durante muchos años se entretuvieron los ahuacatlenses. ¡Una joya invaluable!
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