Misael de Santiago Velasco
Como comunicador, vía internet hace unos días me contacte con un paisano que vive en Guadalajara. También él tiene buenos recuerdos de cosas y casos ocurridos en Ixtlán del Río, nuestro pueblo natal, y que muchos paisanos o avecindados no conocen o no recuerdan. Él se llama Miguel Bustamante Parra. Me dice:
“Buenas tardes Misael, mi padrino de bautizo fue el Sr. Jacinto Altamirano. Tu por supuesto que lo debes recordar, pues era quien embotellaba aquellos refrescos gaseosos de varios sabores que luego repartía en algunas tiendas.
Me tocó entrar al lugar donde se llevaba este proceso. Tenía su lavadora y secadora de botellas, garrafones de esencias de varios sabores, tanque de gas y su taponadora –encorcholatadora–, la cual era una especie de prensa y casi de manera manual se realizaba este proceso.
Se utilizaban botellitas de vidrio de menos de un cuartito de litro lisas y que un tiempo también se utilizaban para la salsa enchilosa.
No sé qué sucedió con este negocio, si fue que las embotelladoras como la Pepsi y lo Coca lo desplazaron o no hubo quien lo continuara. Recuerdo que mi padrino vivía por la Zaragoza esquina con Francisco I. Madero, cerca de una tienda que se llamaba “El Cometa del 82 “, siempre que lo visitaba, me regalaba un refresco, lo que representaba un verdadero lujo en esos tiempos.
También por la Avenida Hidalgo, esquina con la calle Mercado, había otra refresquería, de los hermanos Parra Mojarro atendida por Ignacio y Miguel. Tenían una camionetita de un carro Ford 4 –1944– que habían transformado. Con esa troca llevaban refrescos a Los Ranchos para don Chon Parra, Méxpan y otros lugares; refresquerías que desaparecieron por la competencia desleal de las grandes embotelladoras como la Pepsi y la Cocacola. Los Parra Mojarro agarraron después la concesión de la Pepsi Cola”.
Seguimos con la plática internética y me dice: “A propósito de bebidas, recuerdo cuando aparecieron los famosos “bolis” en su bolsita de plástico. Valían 45 centavos. Para poder comprarnos uno, teníamos que desgranar tres medidas de maíz con Don Pablo Padilla, por ahí por la calle antes Parejas, después Hospital, hoy Eulogio Parra, ya que cada medida nos la pagaban a 15 centavos.
La desgranada era a mano valiéndonos de una piedra de las que había en el rio a la cual se le hacían unos surquitos, en los cuales se restregaba la mazorca hasta que quedaba el puro olote. El andar llevando y trayendo la famosa piedra era toda una proeza, ya que por lo pesado y por nuestra edad, solamente rodándolas las acarreábamos; pero en las banquetas, ahí sí que le sufríamos, pero bueno todo era para poder contar con algunos centavos para comprar golosinas de aquellos tiempos.
Mi hermana Esperanza que también vive en Guadalajara, acaba de ir a Ixtlán el domingo pasado. La llevó su hijo. Ella me comenta que nuestro pueblo natal ya está cambiado. Ya no es como cuando todos los parroquianos nos conocíamos. Ya hay otro tipo de gente que no va con aquello que lucíamos como la amistad y la confianza. De hecho ella fue en diciembre del año pasado para asistir a las mañanitas al Santuario por la Justo Barajas, y como te platico ahora vio cosas distintas en nuestro terruño.
Ahora que hay personas estudiosas en Ixtlán y que van a hacer un eco museo sería bueno que tomaran en cuenta este tipo de comentarios por lo menos el presente son de los años 40 hacia los 50.
Por último me dice Miguel mi paisano de hace muchos años: “Bueno Misael, espero te encuentres bien. Que Dios te bendiga. Saludos. Miguel Bustamante Parra.
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