A dos milenios, más una década y cinco años del nacimiento de Jesús de Nazaret, la pasión de los Días Santos se ha ido transformando a lo largo del tiempo. Tras su cruel tortura y crucifixión en el Monte Calvario, Jesús, a sus 33 años se convierte en el símbolo de unión y paz en el mundo cristiano.
Desafortunadamente sus tres caídas, lejos de ennoblecer nuestros corazones y unirnos con el prójimo, nos han llevado a convertirnos en enemigos mismos de la vida. Envidias y rencores, celos políticos y egoísmos. Sin embargo, sólo en la Cuaresma es cuando volteamos a nuestro interior para reflexionar lo bueno y lo malo que hemos sido; pero mientras esto sucede, la violencia sigue incrementándose en todos sus ángulos.
Todos de sobra sabemos que el Nazareno con resignación aguantó el calvario para que los hombres pudieran vivir en lo futuro sin ambiciones ni rencores.
Hoy en los pueblos católicos le rinden homenajes a través de diferentes tipos de manifestaciones; y la más común de ellas es sin duda la caracterización de las últimas horas de Jesús, donde tras ser humillado y torturado, fue crucificado junto con Dimas y Gestas, los ladrones.
En diferentes partes de nuestra República Mexicana, las famosas tres caídas son representadas por gente del pueblo que se prepara con mucha anticipación; y para ello, en su gran mayoría los actores tienen que vivir experiencias similares a las que Cristo pasó días antes del juicio y crucifixión.
En la región sur del estado, el evento más famoso de éste tipo tiene lugar en el pintoresco pueblo de Jala, donde se escenifica La Judea, con la asistencia de miles y miles de personas que proceden de distintas partes del Estado…
Lo irónico de todo esto, es que precisamente en la Semana Santa es cuando se incrementa en mayor cantidad el número de accidentados y muertes trágicas por los excesos de velocidad, alcohol y drogas.
Otros por completo se olvidan de lo que en estos días se festeja y sólo se concretan a divertirse y a escapar de todos sus problemas, los cuales tienen a crecer cuando están de regreso. Los sacerdotes por su parte procuran motivar a todos los fieles para que cambien sus vidas mientras les sea posible.
Pero no todos quieren cargar con sus pecados, y estos días los utilizan para reencontrarse con Cristo, se someten a verdaderos ayunos o cumplen con alguna penitencia que ellos mismos se imponen.
La alta jerarquía eclesiástica está preocupada por toda la serie de anomalías que se están registrando, en donde la pasión santa se confunde con el fanatismo que en muchas de las ocasiones termina en tragedia.
Gocemos estas fiestas como deben ser, con tranquilidad y espiritualidad; pero sobre todo que sea una época de reflexión, no de hipocresía.
Discussion about this post