Décadas atrás todo tenía un lugar; el amor moraba en el corazón, el hambre en el estomago, la indignación en el hígado, la inteligenciaen la mente, la seguridad en el carácter, el éxito en la constancia, el antojo en la cocina y la esperanza en el mañana… no hablo de añoranzas sino de realidades.
La posmodernidad nos trasformó en murmullo… el amor emana de un corazónalternativo, hedonista, individual, moderado o destructivo, en el mejor de los casos altruista y diligente de las “causas nobles” siempre ajenas, pero de actitud autista con los consanguíneos, tranquilizador de la pavorosa ansiedad que pregunta sobre el sentido de la existencia.
El hambre ya no es cosa del ser humano; es negada durante la larga y casi interminable jornada laboral que, en su mayoría, no cubre los gastos de alimentación diaria de una familia. Es despreciada frente al incomodo rostro del hambriento y necesitado indigente que nos refleja la punzante miseria en medio de la grande, moderna y luminosa ciudad en que vivimos.
La indignación que surge ante las injusticias, la ineficiente administración pública, la hipócrita manipulación de las tecnologías y la información, la inutilidad de la guerra o la disparidad en la repartición de las riquezas y el urgente cuidado del planeta es rechazada por los conformes y satisfechos que celebran el “progreso” etiquetando de “revoltoso” o “inadaptado” al ser sentipensante resultado de miles y millones de años de evolución de nuestra especie; la única del reino animal con hígado y autoconsciencia.
De ahí que la inteligencia esté vetada; respetarse así mismo, pensar, analizar, dar opiniones críticas, ofrecer propuestas, compartir soluciones, tener inventiva o un poco de ingenio se vuelven intimidantes acciones para algunos; aquellos que en su realidad cangrejo no aspiran a salir del balde sino a enviar al fondo a todo cercano compañero y cada vez que su mente cree dominar un nuevo espacio es en dirección al origen de su propio abismo.
La seguridadse volvió pública, ajena, asignada a “especialistas” que “cuidan” de nosotros: salubridad, cuerpos de rescate, bomberos, policías o militares, aseguradoras de vidas humanas y gastos médicos, de autos y motos; que también está en manos de la Banca y la tecnología con sus bóvedas y códigos encriptados o circuitos cerrados. Sugerida en los destellantes escaparates de la moda, la dieta, los suplementos alimenticios o actividades deportivas organizadas… lo cierto es que al momento de la verdad; no hay respuesta, nadie llega, todo pasa y en medio de ese camino en contracorriente con las únicas certezas de la vida; la enfermedad y la muerte, se descubre el carácter que nos hará sobrevivientes y, tal vez, moralmente inmortales.
Una constante de este tiempo es el inaccesible éxitopues las voces del mundo comunican que sólo sería posible lejos; en otro estado, otro país, con otras raíces, en otro idioma, con otro cuerpo, otro tiempo o bien; a la sombra del engaño, la traición, la corrupción, el robo. Las instituciones y academias con sus trámites, candados y filtros son freno del anhelo, es así que el miedo al éxito predomina en las generaciones de hoy a través de las sensaciones de frustración, fracaso y desasosiego.
Mientras tanto, la esperanza agotada en intentos y promesas sin cumplir no tiene mañana; sólo le queda el día de raya, la quincena, la cundina, el bono, la prima vacacional, el aguinaldo –en el mejor de los casos– y por su supuesto, los puentes, días festivos y vacaciones en las que desesperadamente se respira a profundas bocanadas un poco de descanso que ayude a recobrar el brío antes de volver al ruedo y recordar que se está vivo.
Digamos que el antojoes lo único permitido sin mesura, aunque no en cuestiones de cocina, pues la ecuación refiere: a mayor deseo mayor disposición, y el orden cultural y económico postmoderno nos requiere de extremo servilismo.
En la actualidad todo es restringido a pesar de la promovida idea de libertad, hipercomunicación y acotamiento de las distancias y fronteras. La mejor muestra de ello es la omnipresente y poderosa tarjeta plástica de apenas 8.5 X 5.4cm; con ella todo, sin ella nada.
Discussion about this post