Viernes; primer día de julio. Día de “relax”. Así, entre comillas. La idea surge repentinamente: “Me voy a Amatlán”, señalé para mis adentros. Arribo a este lugar al filo de las diez de la mañana.
Caminando en dirección a la fuente proveniente del Parián, avisto al famoso Rayito, quien reposa en una de las bancas de acero, hacia el lado norte de la plaza pública de Amatlán de Cañas.
A sus pies diviso su inseparable cajón que le sirve para asear calzado. Junto a él se encuentran otras dos personas que conversan entre sí. El Rayito porta zapatos tenis y lentes oscuros. La claridad parece molestarle mucho. Parece ensimismado con la vista fija al frente. Me le acerco y volvemos a rememorar tiempos pretéritos.
Eusebio López Rosas – nombre completo y correcto del Rayito, es el aseador de calzado más famoso de Amatlán de Cañas – un polifacético hombre nacido hace alrededor de 72 años, en San Rafael, Jalisco.
En sus años mozos, el popular “Rayito” anduvo como nómada, viajando de un lado a otro, trabajando “aquí y allá” y en diferentes oficios; desde albañil, mesero y cantinero, hasta velador, bolero ¡Y hasta de sirviente!, según lo confiesa él mismo.
El hambre fue lo que lo orilló a emplearse como “empleado” doméstico, en Guadalajara. Realizaba todas las tareas propias de una criada: barrer, trapear, tender camas, planchar, llevar los niños a la escuela, cocinar, ¡Todo! ¡Todo aquello que hacen las sirvientas.
Su apodo lo tomó durante su época de boxeador, actividad a la que se dedicó también por necesidad. “Yo me encontraba en Ruiz-Nayarit; y una vez ya me andaba de hambre. No había pa´comer. Pasaba por un local donde se organizaban peleas y me quedé como bobo, con la panza vacía y con las ganas de entrar”, dice.
Y agrega: “Un fulano me dijo que si quería pasar y que me daría unos pesos si me agarraba a trancazos con otro individuo”, señala, al recordar sus tiempos de boxeador.
Enseguida añade, “El tipo me preguntó: ¿Te gusta aquel?, mientras apuntaba con su índice a un individuo alto y gordo. Y yo le contesté: ¡Pos pa´que me parta la madre cualquiera es bueno; ¡Y me la partió!, pero me gané la cena y otros chelines pa´lmorzar”.
Eusebio López Rosas regresó a Amatlán de Cañas a raíz de la muerte de su madre, hace alrededor de 40 años. Desde entonces decidió permanecer aquí; y para subsistir optó por dedicarse a asear calzado.
“El Rayito” confiesa que ha sido pareja de tres mujeres. La primera de ellas – dice – la dejó “por sinvergüenza; y a las otras dos por flojas, “se levantaban a las nueve y se enojaban cuando les pedía de comer”, revela resignado.
A pesar de haber “vivido” con tres mujeres, solamente pudo procrear un hijo, con la primera de ellas; pero admite que ni siquiera se conocen dado que se separaron desde hace mucho tiempo.
Al “Rayito” ya le fallan las piernas. No tiene suficientes fuerzas para caminar; pero ahí está, lustrando calzado. Así es como obtiene algunos cuantos pesos para subsistir y viendo pasar la vida sin muchos alicientes…
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