GUILLERMO SÁNCHEZ LIZÁRRAGA.
Tonán, un imponente y majestuoso volcán. Una magnífica y extraordinaria vista hacia el volcán del Ceboruco, es sin lugar a dudas la que desde las inmediaciones del poblado de La Ciénega y Amequita podíamos observar; imágenes que conservo y llevo en mi memoria desde mi infancia hasta la actualidad. A partir de entonces nació la curiosidad de ir a conocer y explorar algún día ese sitio.
Recuerdo al término de nuestras labores del campo, nos dábamos algún tiempo para recostarnos en algún espacio libre y utilizábamos los terrones como almohada para un corto descanso. Desde allí enfocábamos nuestra mirada para observar todos los puntos del volcán y las nubes a su alrededor.
Algunas veces así permanecimos, hasta ver caer el manto oscuro de la noche y apreciar las luces intermitentes de las antenas que se encuentran en la cúspide, hacia el costado del poblado de Jala.
Remontándonos a la era prehispánica el volcán era llamado Tonán en honor a la diosa Tonantzin “La que da a luz”. Posteriormente se le dio el nombre que lleva en la actualidad el Ceboruco (Tzeboruko) que significa el que bufa con ira.
El volcán tiene una altura de 2, 280 metros sobre el nivel del mar, ubicado en el eje Neovolcánico mexicano.
Algunos años después, acordamos llevar a cabo el ansiado viaje en familia para conocer y explorar el Gigante Negro. La fecha el día 20 de diciembre del año 2001. El vehículo, una camioneta de redilas de tres toneladas nos trasladaría hasta ese lugar.
Al salir de Ixtlán compramos un tercio de cañas para endulzar y disfrutar el camino en gran parte de terracería en buen estado, el cual nos conduciría hasta el lugar de las antenas.
Durante el ascenso pudimos apreciar la belleza de la naturaleza. Hubo un momento del trayecto al estar consumiendo las cañas, algunas abejas se alborotaron con el olor del azúcar persiguiéndonos por unos instantes que se sintieron eternos por el temor a recibir una piquetiza.
Así continuamos llegando hasta el primer cráter y ver las primeras fumarolas. Paramos allí por unos instantes para observar la tranquilidad de ese espacio mágico y pintoresco. Minutos después continuamos el ascenso hasta llegar al lugar de las antenas.
Por fin llegamos a la cima del volcán, quedando estacionados frente a las antenas, aquellas que tanto tiempo tuve que esperar para poderlas ver de cerca.
En ese punto iniciamos el sendero que conduce al cráter de la cima que en su última erupción, allá por el año de 1870, arrojó una enorme cantidad de lava que es un atractivo observar tanto por la autopista como la carretera libre MX 15.
El sendero nos regala unos paisajes maravillosos de abundante flora, árboles entre ellos pinos, robles, cedros y con un poco de fortuna, también disfrutar de la variedad de fauna que allí existe entre ellas aves, reptiles, mapaches tejones y un sinnúmero de animales que allí habitan.
Aproximadamente después de hora y media avistamos el impresionante cráter con sus fumarolas expulsando vapores y cenizas con su característico olor a azufre.
Es una experiencia única y muy especial haber conocido este lugar maravilloso en todos aspectos, en la actualidad es considerado como un parque geológico y área protegida desde el año 2000. Tonán, un volcán impresionante por su belleza natural.
En nuestras visitas, evitemos tirar basura, respetando la flora y fauna, conservemos este precioso lugar para el disfrute y aprendizaje de las nuevas generaciones. Fuente: Wikipedia y sitios de internet con datos del volcán.
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