ALFREDO IBARRA IBARRA
Ya lo teníamos planeado desde el año pasado, pero por pretextos cambiábamos de fechas. Aunque la realidad era falta de valor. Y así, sin más, un lunes de febrero nos encontramos con el Chino Casillas enfrente del Club social, y sin más Víctor dijo:
- ¿Entonces qué? —Y yo le dije:
- ¡Mañana sin falta!
- De acuerdo –contestó–. Me preguntó a qué hora.
- A las 5:00 A.M., en la esquina del portal quemado –contesté–.
Ya teníamos con tiempo un acuerdo para llevar lo necesario para nuestra caminata, sobre todo agua y frutas. Víctor me comentaba varias veces:
- Hay que invitar a más compañeros
- De acuerdo –le dije–. Pero la pregunta era “¿quiénes?”. Entonces en la salida rumbo a El Arca se reúnen varios amigos, entre ellos los hermanos Hernández y algunos que viven en la colonia El Cerrito.
La invitación era abierta, “vamos al volcán”. Cómo nos juntábamos a medio día pronto llegaron los botes de Modelo para el calor.
- Yo si voy –dijeron algunos entre plática y plática–. Y así quedó.
Llegó el martes señalado. Por la noche preparé la mochila. Lo principal era agua, unas naranjas y virotes. También algo de medicina, como vaselina que me recomendó mi amigo, el profesor Camerino que él utiliza en sus maratones. También una venda, pastillas para algún dolor y tenía un altímetro para marcar los puntos del ascenso.
El día indicado a las 5:00 a.m. estaba en la equina del portal quemado cuando llegó Víctor y dijo evidentemente convencido:
- ¡Listo! Solo espérame, voy a comprar una torta con Chago, –ya que el puesto estaba abierto–. Pero Chago le dijo que las tortas hasta las 8:00
- Nos quedamos con el antojo –afirmó Víctor–.
- Espérame, voy a marcar la altitud –le dije–. En el punto frente al templo marcó 980 m.s.n.m. (metros sobre el nivel del mar).
- ¡Vámonos! –Para suerte de nosotros por la calle 20 de Noviembre, en la esquina de la secundaria una señora vendía tamales y atole y compramos para llevar–.
Empezamos por el camino de “El Reventón” hasta “Las Puertas”, donde seguimos por el camino del “potrero de en medio”, hasta llegar al camino del “abrevadero” que ese nos llevaría hasta cruzar con el camino de la carretera que sale de Jala; a donde llegamos a las 7:45 a.m.
De nuevo tomé la altitud y estábamos a mil 540 m.s.n.m. y seguimos caminando por la carretera pasando por “la encinera”, disfrutando el paisaje y con un clima templado, ideal para caminar. Llegamos a las 9:30 a.m. al punto de las fumarolas, donde la altitud era mil 550 m.s.n.m.
Seguimos caminando hacía las antenas, donde iniciaba el camino hacía el “cráter” y ahí la altitud era de dos mil 020 m.s.n.m. De ese punto en una hora aproximada llegamos al cráter
- ¡Misión cumplida! –dijo Víctor–. Disfrutamos el paisaje, descansamos un rato, y emprendimos el regreso.
Yo ya venía cansado, Víctor venía recogiendo envaces de refresco, renegando de la gente que tira basura. Y así por el mismo camino regresamos a Ahuacatlán dónde llegamos al punto de la unidad deportiva a las 6:00 de la tarde después de haber caminado unos 40 kilómetros, disfrutando el camino al volcán.
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