En sus últimos años de su vida, la señora Ma. Luisa López tuvo que lidiar con los tribunales de justicia (entre 1977-1986) a dónde acudió a presentar su caso por un despojo del que fue víctima, según consta en una notificación como la que se exhibe en este reportaje, por parte de funcionarios quienes en contubernio con falsos herederos de una casona ubicada por la calle Hidalgo, le pertenecía.
Su hermano mayor también peleó los derechos de ambos sin éxito hasta su muerte en 1981, según causas médicas, debido a un ataque cardiaco. Por su parte, María Luisa continuó la defensa hasta 1986, terminando con demencia y desahuciada por propios y extraños, encerrada en esa casona de casi 500m cuadrados. La gente que pasaba se había acostumbrado a oír cómo solía gritar desde dentro todos los días, tal vez esperando una justicia que nunca llegó…
Luego, a finales de los años 90’s se realizó un inventario sobre el Patrimonio Histórico del Centro de Ahuacatlán y se entregaron notificaciones como la que sigue:
¡Una historia patética y escalofriante ocurrió entonces, que Raúl Méndez no va a creer! Desde agosto de 1996, mientras el arqueólogo asignado por el INAH – México, Carlos Lazarini, inventariaba algunos sitios prehispánicos en los alrededores, otra comisión lo hacía en el centro histórico, cuando se dejó el “Oficio de La Roca”, enviado por Raúl A. Méndez Luego el 25 de octubre de 1996 en casa de “La Loca”.
En aquel entonces nadie abrió. Solo la voz de una mujer tras la puerta respondió por nombre María Luisa, que era la dueña, estaba enferma y que su novio le llamaba y molestaba sin descanso. De manera que se dejó el oficio por debajo del portón.
Algunos transeúntes volteaban a ver admirados “la plática”. Un anciano taciturno y sordo al ver a los notificadores pasar a la siguiente acera empezó a decirles:
- Allí vivió el coronel, y el cuartel era esa escuela de enfrente (primaria Morelos). Escapando de la Revolución allí llenó la noria de lo que les quitó a los forajidos y ladrones.
- Gracias abuelo por el dato, respondieron…
Y se retiraron al siguiente bloque sin saber que realmente escondía esa finca. Nunca informaron a Raúl Méndez lo sucedido, pero cuando días después investigaron al respecto de la casa, se quedaron impactados.
El informe técnico de protección al Catálogo Inventariado por el INAH en 1996 se extravió en Ahuacatlán. Aunque los notificadores entregaron el informe por debajo de la puerta, nunca supieron que la señora María Luisa López Silva llevaba un mes de muerta y había sido devorada parcialmente por sus mascotas, gatunos.
Ahora, los “herederos” tenían el despojo de la finca vendido a terceros en busca del “Tesoro de La Noria”, del viejo coronel a su merced; para lo cual, usaron un gran trascabo entrando por las altas bardas de adobe traseras de 8m, derribaron sus portales interiores, habitaciones y jardines, e hicieron un gran pozo de 6m sobre el brocal de La Noria en lo profundo… El vidente y el zahorí temblaron de espanto. Todo quedó allanado.
De los espectros nocturnos y patéticos se oyó mucho. Había sido la esquizofrenia de la señora López agravado por el despojo de su casa por parte de burócratas corruptos y el amor imposible que de joven le negara un guapo militar lo que culminó el golpe siniestro a esta historia.
La señora López murió sola en indefensión y sin hijos. Los “herederos” encontraron al fondo de La Noria una gran cantidad de carbón desvanecido que se conoce como “Oro de Codicia”. INAH nunca supo del patrimonio arruinado. El “Oficio de La Roca” y la fotografía de la señora López se encontraron bajo los escombros arrinconados del polvo en el solar bajo un sol de mayo de 2010. Y aún se crispa el pelo al pasar por allí.
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