“Pacientes del doctor Nieves, acérquense por favor y fórmense conforme fueron llegando”, anuncia la asistente. Uno, dos, tres… la fila llega a ocho o diez personas. La piel de algunos de ellos es pálida y la mayoría es de complexión delgada. Son pacientes renales.
Otros portan cubrebocas. Quizás son trasplantados y acuden a su cita debido posiblemente a una complicación postoperatoria, para solicitar sus medicamentos o para un ajuste de fármacos: tacrolimus o sirolimus, ácido micofenólico – también llamado mofetil -, valganciclovir, isoniazida, omeprazol, y en fin.
Junto con sus familiares, los pacientes esperan con ansias el arribo del doctor Nieves, su nefrólogo; pero, previo a sus consultas, el facultativo tiene que revisar a otros enfermos que se encuentran hospitalizados, que están en terapia intensiva y, obviamente reportarse en las oficinas administrativas del cuarto piso de la torre de especialidades del Centro Médico.
La enfermera llama a los pacientes, uno por uno. Mide su talla, registra su peso y les toma la presión. A cada cual le entrega un “papelito” para que lo presente ante el doctor Nieves al momento de entrar a su cita, turno vespertino.
El doctor es asistido también por algún médico residente. Es así como se van formando en la especialidad. Entre ellos se entienden. Emiten términos propios relacionados con su profesión. Extienden recetas, solicitudes para exámenes clínicos; preguntan, miran fijamente al paciente… y así, siguen anotando.
La atención en este consultorio puede variar. A veces solo tardan diez minutos, otras 20 o, si el caso así lo amerita, duran media hora.
Es en ese espacio donde se fragua, o más bien se toman decisiones importantes para la sobrevivencia de los pacientes renales. Ahí se inicia el protocolo de un trasplante, cadavérico o voluntario; pero también hay más nefrólogos asignados a otros turnos. Todos forman un equipo y todos aportan sus conocimientos para combatir una de las enfermedades más complicadas del ser humano: La Insuficiencia renal crónica. – IRS -, como se le conoce en el mundo de la medicina -.
Nieves lleva ya varios años prestando sus servicios al Centro Médico de Occidente, en Guadalajara. Miles de pacientes han sido consultados por éste galeno; de aquí, de allá y de más allá. Incluso extranjeros.
No es un especialista displicente. Todo lo contrario. Inspira confianza, seguridad. Tampoco se anda con rodeos y maneja situaciones con suma inteligencia y sensibilidad anteponiendo siempre el humanismo. Es calculador, intuitivo y muy celoso de su profesión. Coincidentemente llevamos el mismo apellido y eso es otro motivo más de orgullo.
Los comentarios anteriores surgen ahora que se celebró el Día del Médico… Dicen que hay buenos y malos, abusivos y comprensivos, altos y chaparros, gordos y flacos, blancos y morenos. Los vemos deambular en clínicas y hospitales, vestidos de blanco, impecables.
Y en el caso en particular al que se hace alusión en este artículo no puedo más que “cuadrarme” ante el doctor Nieves, a quien la familia Nieves Cosío y Juárez Partida le reconocen su profesionalismo, porque además es un galeno a toda m….
Pero la felicitación habría que hacerla extensiva también a todos esos profesionales de la salud… gracias a quienes comprenden la naturaleza humana y aplican todos sus conocimientos sin dejar de prepararse día con día, para que sus pacientes reciban siempre la atención integral y el respeto que merecen. ¡Felicidades!
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