Uno de los corridos más famosos de la música tradicional mexicana es sin duda “El mero día de San Juan” interpretado por Antonio Aguilar, Los Tigres del Norte y Dueto América, entre otros.
“El veinticuatro de junio, el mero Día de San Juan; un baile se celebraba en ese pueblo de Ixtlán”, así es como inicia el corrido, pero a veces surge la duda si en el mismo se refiere a Ixtlán del Río.
La letra es obra del compositor Pascasio Romero Covarrubias, quien efectivamente escribió este corrido sustentado en hechos ocurridos en esta ciudad, tal y como lo asiente Juan Manuel Contreras, quien afirma que el suceso ocurrió allá por 1928.
Juan Manuel asienta que Pascasio era oriundo de un poblado perteneciente a Ameca, Jalisco, pero que su corazón sí era nayarita pues se casó en Santiago, Ixcuintla, Nayarit con la señorita Rafaela Oceguera Ibarra.
Los hechos sangrientos – señala Juan Manuel – sí se suscitaron en Ixtlán, Nayarit. Y al respecto señala: “El baile se realizaba en la plaza de la comunidad. Solo se oyeron los balazos, la grita, los guacos y los lamentos”.
Micaela Sánchez Ibáñez, oriunda del pueblo de Magdalena, decían que era de Guadalajara. El padre de ésta, don Alberto Sánchez de García y García, tenía su negocio de sombreros, muy popular en esa época y afamado Ixtlán del Río”.
“Micaela – prosigue – era una joven mujer apuesta y de finos rasgos por su descendencia española y de madre mexicana (jalisciense). Ella – o sea Micaela – tenía muchos pretendientes, pero solo uno llenó su corazón: Juan, su amor a escondidas.
Juan Guadalupe Rodríguez, oriundo de Tepic, de padre Zacatecano y madre ixtlense, más conocido como el hijo de doña “Petra», persona que vendía comida y cena…
… No era novedad de que Micaela fuera observada con buenos ojos por varios hombres mayores y jóvenes, solo que Simón Ruelas, de nacimiento en Guadalajara, Jalisco – sus padres eran originarios de Querétaro, Querétaro – tenían un negocio de jabonera, lógico hablando de Ixtlán del Río, Nayarit”.
“Por cuestiones del destino – añade – Simón Ruelas se quedó admirado y enamorado al ver en misa a aquella carita dulce de porcelana llamada MICAELA. Fueron meses los que el joven cortejaba a la guapa jovencita pero ésta ya tenía a su “amor», escondidas; pero al fin su amor.
Esto molestaba mucho a Juan, quien ciego de amor y de ira, reclamó su “derecho» a Simón, quien después de una ardua disputa, siguieron los golpes. Ahí empezaba una rivalidad de amores y la muerte saboreaba el odio entre estos.
Cuando llegó el día, el meritito 24 de junio, se celebraba al Santo Juan Bautista. La fiesta estaba en su apogeo, las ventas al por mayor, la música de mariachi con su alegría, invitaban a seguir el baile. Mientras tanto, Juan fue a encontrarse a escondidas a Micaela quien ansiosa y contenta porque su padre le había permitido ir a la feria después de misa religiosa, más no al baile.
Juan, quien era un enamorado de las mujeres, cometió un grave error: el de “mentir», pues esto cambiaría todo, incluyendo ya el fuerte olor a muerte. Juan le menciona que él no podía ir al baile, pues tenía un gran odio rival con el joven Simón.
Micaela le mencionó el permiso de su padre a la feria pero haría caso omiso de su padre de ir al baile. Éste se negó diciéndole: “Yo no iré a ese baile, no quiero que me tiente la muerte y mate a quien se atreva a mirarte”.
“Ante la negatividad de Juan – agrega – Micaela enojada le comentó que sola o acompañada de todos modos ese baile no se lo perdía. Y así pasaron las horas, los minutos y ya casi gritaban los segundos, la hora pactada entre el suceso y la historia marcada.
Eran casi las 9:00 de la noche – no eran las 12:00 como dice el corrido, pues a las 10:00 apagaban los mecheros de candiles – ya en el baile llegó Micaela con su prima y sus amigas, una llamada Leonor y Margarita – por cierto, esta tía abuela mía –, las cuales empezaron admirar el baile; pero cual fue la sorpresa de que Simón la sacaría a bailar.
Y el problema no fue el baile, sino que ambos estaban bailando con la muerte. Como cosa sin “querer» Juan estaba bailando con una desconocida quien le dijo: “mira quien está allá» con una mirada fresca y sonriente de Juan, cambió repentinamente a odio e ira, se abalanzó con la pareja que disfrutaba el baile y sus últimos alientos de vida.
El reclamo y los empujones no se dejaron esperar. Según la gente dice que Micaela en forma burlona le dijo a Juan, que ella no tenía amores menos un compromiso con un “cualquiera”.
Ante la burla de los ahí presentes y del mismísimo Simón y que estos siguieron bailando, sin dudarlo dos veces, sacó pistola y la accionó contra la pareja de bailadores que seguían bailando ante lo bochornoso pleito que habían pasado.
Varios balazos se oyeron, Micaela al instante cayó en brazos de la muerte, Simón, todavía alcanzó a sacar su pistola quien hirió a Juan en la pierna. Mala fue la fortuna de Simón, pues antes de caer al piso la muerte la tenía de su lado.
El relato de Contreras concluye diciendo: “Por más que pidió perdón Juan a las autoridades, a la gente, a la familia, a su propia madre, nadie le dijo un sí o un no, ni la muerte; solamente en la cárcel y en el paredón lo perdonaron pero en silencio”.
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