Hoy es un día nublado y frío en Kiev, capital de Ucrania. Se pronosticaba una mínima de un grado centígrado con lloviznas muy ligeras, pero la tormenta de fragores, proyectiles y asonadas por miembros separatistas en varias regiones despertaron a los antiguos eslavos.
Eran las 5:45 am en Moscú cuando comenzaron a sonar las sirenas alertado a la población de bombas enemigas. En Nayarit eran las 7:45 de la noche cuando en tiempo real comenzó a circular la noticia. Más tarde se dispararía por encima de los 100 dólares el barril del petróleo, lo que conllevará el consabido aumento de la gasolina, el gas, entre otros muchos productos.
Sumamente compungido, el secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Antonio Guterres, manifestó que estaba pasando por el momento más triste desde que asumió el cargo, y le hizo un llamado al presidente ruso Vladimir Putin que quedará para la posteridad: “En nombre de la humanidad —indicó— regrese a su ejército a Rusia… las consecuencias serán devastadoras”.
Posteriormente se desencadenarían una serie de declaraciones que paralelamente convergían con la destrucción de varios puntos estratégicos y militares de Ucrania, entre ellos cuarteles militares, en diez regiones. Los aviones de combate rusos surcaban las grises nubes de Kiev cuando el presidente Biden tuiteó: “Rusia es la única responsable de la muerte y destrucción que traerá este ataque, y Estados Unidos y sus aliados responderán de forma unidad y decisiva”.
Por su parte la cadena de noticias rusas, RT en todos sus idiomas convocaban a los expertos en política internacional contrarrestando las versiones fatalistas de Occidente. El presidente Putin indicaba que la determinación de respaldar a los separatistas o revolucionarios del gobierno ucraniano, era con el objetivo de preservar la paz en ese país. Y que entre sus planes no estaban el atacar a la población civil; es más, pidió a los ciudadanos de éste país a tomar las armas para derrotar al actual gobierno liderado por Volodímir Zelenski.
Los analistas repetían y evocaban en Russia Today (RT), la crisis de los misiles cubanos de 1960 cuando las cosas estaban al revés, pues la antigua Unión Soviética había empezado a armar misiles nucleares en Cuba. Apuntando a una agresión contra los Estados Unidos. Ahora, con el expansionismo de la OTAN, y teniendo como punta de laza a los Estados Unidos de América, Rusia —decían los internacionalistas— tenía el derecho de defenderse en caso de que Ucrania —como lo admitió— ingresara a dicha organización de cooperación armamentista.
Y mientras que Rusia dejaba incapacitados a Ucrania desde el punto de vista militar al bombardear sus puntos estratégicos, el país al norte del Mar Negro anunciaba haber derribado a 5 aviones y un helicóptero ruso.
La zozobra continúa mientras que miles de ciudadanos de Ucrania empacan sus cosas y escapan hacia los países de Europa del Este. Hoy a mediodía se espera que La Casa Blanca informe de todas las sanciones económicas impuestas a Rusia, pero un antiguo corresponsal de Washington, DC., adelantó que el presidente Joe Biden anunciará que Estados Unidos y sus aliados europeos, con Canadá y Japón, expulsarán a Rusia del sistema bancario Swift. Lo que quiere decir que la mayoría de los bancos del mundo no podrán transferir dinero ni llevar a cabo operaciones financieras en ese territorio.
Finalmente, la mayoría de los jefes de Estado de la Unión Europea llaman a rendir cuentas al Kremlin por la agresión “injustificada” —dicen ellos— contra Ucrania. En Reino Unido, Japón y Hungría por ejemplo, convocaron a los embajadores rusos en las oficinas de los Ministerios de Relaciones Exteriores.
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