“Por favor, ¡Déme una ayudadita!”, exclamó el intruso. En su rostro se apreciaba la desesperación, la ansiedad y la frustración. Con sus temblorosas manos tomó las monedas que le ofreció el reportero para luego sentarse en la banqueta.
Después de insistir un poco aceptó conversar con el reportero. Así, pudimos darnos cuenta que José Sebastián Hernández Pereriz es uno más de los que se inscriben en la larga de lista de personas que han visto frustrados sus sueños de pasar “al otro lado” sin tener éxito.
“¿Y por qué no usa cubrebocas?… ¿sí sabe que se puede contagiar de coronavirus?”, inquirimos. El hombre simplemente encoje sus hombros y parece incomodarse con la pregunta; por eso optamos por desviarnos del tema. Amenaza con retirarse, pero se vuelve a sentar; quizás por el cansancio.
De complexión delgada él, piel morena, chaparrón, José Sebastián casi suelta el llanto al relatar su desventura: “Me fue muy mal carnal. ¡No sé qué le voy a decir a mi familia!”, señala con aflicción.
Nacido hace alrededor de 24 años -representa muchos más- Hernández Pereriz confesó que es originario de Tequila, Jalisco, y que hace poco más de un mes había partido hacia la frontera con Estados Unidos con la intención de cruzar la línea divisoria y buscar la manera de emplearse y propiciar mejores condiciones de vida para su esposa y sus tres hijas.
Dice que en Tijuana se unió a otras 15 personas que, al igual que él, intentaron internarse a los Estados Unidos con resultados infructuosos, entre ellos tres salvadoreños y dos guatemaltecos…
José Sebastián cuenta que hizo siete intentos, pero que fue el mismo número de veces que fue sorprendido por “La Migra”. La idea de sufrir algún atentado o de caer preso lo aterrorizó, optando entonces por regresar a su pueblo, “muy triste y derrotado” como lo define él mismo.
Con un caudal de deudas sobre sus espaldas, una frustración que invade su ser, y un profundo dolor de ver incumplidos sus sueños, Hernández Pereriz ha venido enfrentando diversos obstáculos desde que partió del Estado de Sonora rumbo a su domicilio de Tequila, Jalisco.
En Ciudad Obregón, por ejemplo, mientras dormía al pie de un monumento, fue despertado por un tumulto, producto de un asesinato. El incidente le ha producido fuertes alteraciones nerviosas…
Por otro lado ha tenido que dormir en sitios no muy cómodos, además de pasar hambres y otras adversidades.
A Ahuacatlán llegó hace como 5 días. Cuenta que en la noche anterior durmió en “un pueblo” donde se aprecia un tanque enorme. Suponemos que fue en Valle Verde. Una camioneta que transporta agaveros le dio “raid” y cruzó el puente del chiquilichi para dirigirse al poniente y solicitar ayuda.
Nos pregunta cómo hacerle para acceder a la carretera internacional. Le explicamos cómo y se dirige hacia el centro, caminando por la calle Miñón, derechito…derechito..derechito…
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