IXTLÁN DEL RÍO.― “El nuevo mercado estará muy bonito, se ve impactante pero, ¿qué caso tiene?; ¡Ni clientes hay!”.
La opinión anterior corresponde a Jesús Parra, quien aprovechó el puente de principios de este mes para visitar a su terruño.
Su afirmación, aunque suene atrabiliaria, refleja una gran verdad. Porque, efectivamente, el nuevo mercado luce hermoso, ¡muy hermoso!; pero los clientes escasean. Los locatarios se pueden pasar hasta horas enteras “durmiendo la siesta” ante la falta de clientela; y ni los tablajeros o los expendedores de frutas y verduras han logrado “levantar” el negocio. Simple y sencillamente no hay circulante o la gente se acostumbró a comprar mejor en la calle.
[pullquote]Ni el nuevo mercado ni la plaza recién remodelada han despertado el interés que se deseaba cuando ambas obras fueron concebidas.[/pullquote]
Su fachada es de primer nivel, “pero eso de nada sirve si no hay clientela”, insiste con amargura el buen Chuy. El silencio es perceptible fácilmente; y si acaso encontramos a dos o tres “almas” rascándose la panza o espantándose las moscas, sentados en sus sillas.
Los tiempos floridos quedaron atrás. Anteriormente, por ejemplo, era muy difícil encontrar en las tiendas pollo, carnes, jitomates, cebollas y demás tipos de verduras o frutas; era forzoso por lo tanto acudir al mercado para abastecerse. Hoy esos productos los podemos adquirir en cualquier establecimiento comercial del barrio, de la colonia, sin necesidad de desplazarse al mercado.
El trajín comercial es mayor en los alrededores del mercado donde despacha la vendedora de gorditas o de la calabaza y el camote enmielado, el expendedor de quesos y panelas o la que vende frutas y verduras. Ahí se presta también para la charla, el cotorreo y por supuesto la crítica de quienes van pasando por ahí.
En resumidas cuentas, ni el nuevo mercado ni la plaza recién remodelada han despertado el interés que se deseaba cuando ambas obras fueron concebidas; aunque la imagen visual de la ciudad es mucho más agradable que anteriormente; “eso que ni qué”, afirma Jesús, en tanto degusta unos trozos de jícama.
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