Todos la conocen como “Doña Angelita”, aunque su nombre completo y correcto es el de María de los Ángeles Sánchez Solís, nativa de la región de La Meseta de Jala, específicamente de Rosa Blanca – allá donde abundan las bandas de viento –.
Esta mujer de tez morena y complexión delgada frisa ya en los 80 años; pero a pesar de su avanzada edad intenta ganarse el sustento vendiendo algunas hierbas y chayotes cocidos; aunque para ello se ve obligada a trasladarse de su pueblo hasta la cabecera municipal de Ixtlán.
A veces la podemos ver por la calle de Allende – casi esquina con Hidalgo – y en ocasiones por la 05 de Mayo, sobre la acera contraria del Hotel Hidalgo, en el centro de la ciudad.
La señora Angelita se sorprende al notar nuestra presencia. En sus ojos se aprecia el nerviosismo pues presume que somos agentes fiscales, policías o algo parecido. Se pone a la defensiva y respira tranquila cuando le explicamos el motivo de la charla. Aún así no es fácil sacarle las palabras.
El reloj marca la una de la tarde con 7 minutos. Angelita lleva ya más cinco horas sentada en la banqueta esperando al cliente ocasional. Agacha su cabeza blanca cuando le preguntamos cuánto es lo que ha obtenido en ese lapso, ¡Apenas 55 pesos!
De Rosa Blanca salió a las seis y media de la mañana. Abordó “La Olla” con rumbo a Ixtlán, cargando un costalito y unos cartones. A las ocho se instaló en la esquina de Allende e Hidalgo, frente a Deportes Mojarro.
Sobre el costal acomodó unas cuantas hierbas: Árnica, gordolobo, hierba del sapo, cola de caballo, manzanilla y hoja santa; y dentro de un pequeño cartón colocó decena y media de chayotes cocidos.
Doña Angelita no conoce muy a fondo las propiedades curativas de sus propias hierbas. Lo explica sin denotar mucha convicción: “Dicen que esta es para la tos”, “Esta cura el dolor de panza”… así por el estilo; pero en cambio afirma que sus chayotes son de buena calidad, “están buenos señor, cómpreme aunque sea uno”, señala con humildad y con su voz apenas audible.
Para trasladarse de Rosa Blanca hacia Ixtlán desembolsó al menos 20 pesos. Al llegar solicitó un taxi que le cobró otros 20 pesos. Le quedaron 15 pesos para el regreso y ante esas circunstancias malbarató sus chayotes y a esa hora no había probado bocado alguno.
La señora Angelita confiesa que es una mujer viuda. Tiene cuatro hijos, todos mayores, pero uno de ellos padece de una discapacidad motora. Es abuela y bisabuela, ¡Con un carambal de nietos!, señala esbozando una débil sonrisa.
Se aflige porque esta vez no podrá ofrecerle nada a sus chamacos – nietos y bisnietos –; pero afirma que en esta vida no queda de otra, “¡O trabajas o te chingas!”, subraya, antes de empezar a recoger su mercancía.
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