Veo el reloj y me doy cuenta que las manecillas marcan las 5:00 de la tarde con 25 minutos. Casi 12 horas han transcurrido desde que me levanté. Y aparte ¡Ya es martes! Y este miércoles 09 de noviembre tengo cita médica, en Tepic, ¡Qué rápido transcurre el tiempo!
Los años pasan y pasan. Yo ya traspasé las seis décadas. Estamos a 50 días de estrenar un nuevo año. No me asusto, pero sí siento nostalgia por los tiempos idos. Sobre todo, por los lapsos que no aproveché. A muchos de mis amigos que conocí en mi infancia, adolescencia y en mi juventud no sé dónde andan… A mi esposa la acabo de perder apenas el 22 de agosto pasado. Fue el amor de mi vida y ya es tarde para volver atrás.
Por eso reflexiono y pienso: No dejes de hacer algo que te gusta por falta de tiempo. No dejes de tener alguien a tu lado, porque tus hijos pronto no serán tuyos, y tendrás que hacer algo con ese tiempo que resta, en donde lo único que vamos a extrañar será el espacio que sólo se puede disfrutar con los amigos verdaderos. Ese tiempo que, lamentablemente, no vuelve jamás.
En este caso hay que eliminar del diccionario el “hubiera” y el “después” … Después te llamo. Después lo hago. Después lo digo. Después yo cambio… Dejamos todo para después, como si el después fuese lo mejor…
Por qué no entendemos que: después, el café se enfría. Después la prioridad cambia. Después el encanto se pierde. Después temprano se convierte en tarde. Después la añoranza pasa. Después las cosas cambian. Después los hijos crecen. Después la gente envejece. Después el día se hace noche. Después la vida se acaba…
Así es que no dejes nada para después; porque en la espera del después, tú puedes perder los mejores momentos, las mejores experiencias, los mejores amigos, los mayores amores. Acuérdate que el después puede ser tarde. ¡El día es hoy!
Ojalá tengas tiempo para leer y luego compartir este mensaje… o si no, ¡Déjalo para después y verás que no lo compartirás nunca!
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