Eso ocurrió el viernes en Ciudad Juárez, en impactante y extraordinario evento, protagonizado por el gobernador Corral y el hijo del general Cárdenas, el ingeniero Cuauhtémoc, excandidato presidencial.
Lo destacado y sobresaliente de este histórico suceso, es que allí, también, estuvimos todos los nayaritas, sí, el millón y medio que poblamos esta bendita tierra, dignamente y muy bien representados, por el diputado federal Guadalupe Acosta Naranjo.
Para un muro, otro muro. Para el muro anunciado por Trump, otro muro, precisamente el que hicieron Corral, primer mandatario de Chihuahua, el ingeniero Cárdenas y el compañero Naranjo, este viernes pasado, en la mencionada ciudad fronteriza, exactamente a orillas del Río Bravo, que separa a México con los Estados Unidos de Norteamérica; los tres, acompañados de miles de connacionales, interpretando el sentimiento patriótico de 120 millones de seres humanos que soñamos y laboramos en nuestra entrañable tierra.
Fue muy destacada en la inmensa valla humana, la imagen presente, del alcalde de El Paso Texas, perteneciente a la Unión Americana, gobernante de una geografía de aquel país, quién coincidió con los dirigentes de este lado, en que los pueblos mexicano y norteamericano son hermanos y, esos lazos, ningún muro del tamaño que sea, los destruirá, es decir, estamos contra el muro trumpimperialista y del lado de todos los millones de mexicanos que trabajan y radican en Estados Unidos, que serán defendidos con todos los medios, habidos y por haber, a nuestro alcance.
La postura del imperio, a través de Trump, es enfrentada por el pueblo de México, vía Corral, Cárdenas y Naranjo.
Qué orgullo para los nayaritas, sí, el millón y medio que aquí somos, haber estado allí, en ese momento histórico, personificados en el legislador y parlamentario que tiene su domicilio en la Dos de Agosto tepicense.
Mérito de Corral. Mérito del ingeniero Cárdenas, pero, igual, mérito de Naranjo. De los tres.
El imperio, con todo y sus amenazas, no podrán con el pueblo mexicano. Nunca han podido. No pudieron con Villa. Justamente, en la poderosa valla humana de Ciudad Juárez, el 17 de Febrero de 2017, a lo largo del Río Bravo, estuvo el Centauro del Norte, el general Francisco Villa, que desafió y derrotó a los yanquis.
¿Un gobernador panista reencarnando al Jefe de la División del Norte? ¡Claro! ¡Por supuesto! Esa es la definición correcta. En el gobernador Corral, entrelazando su puño con Naranjo, estaba Pancho Villa y, era evidente, que Lázaro Cárdenas del Río, estaba allí, también muy presente, en la persona de su hijo, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
El general Baca Calderón, símbolo de nuestra historia nayarita, no dejó solos, ni a Villa ni al general Cárdenas; allí estuvo, firme, listo, en guardia, decidido a todo; defendiendo el interés de la patria, entrelazado al interés social, desde Mérida hasta la Baja norte y desde el océano hasta el Golfo, hay que decirlo, el hombre nacido en El Real de Acuitapilco, municipio de Santa María del Oro, dignamente representado por Naranjo.
La valla humana de Ciudad Juárez o el Muro de las Flores, como poéticamente le llamó el gobernador de Chihuahua, simbolizó la decisión del pueblo mexicano de defender la patria de las agresiones del mandatario yanqui, siendo la del imperio, como de igual manera, lo hacen las grandes masas de trabajadores de la Unión Americana, sublevadas contra el sistema de los monopolios globales, generando una insurrección a lo largo y ancho de los cinco continentes del planeta, que anuncia la llegada del nuevo amanecer, que hará posible el día de sol sin nubes y la construcción de una sociedad universal donde prevalezca la paz profunda, tal y como lo anunció en el más grande de los poemas, uno de los sabios mexicanos.
Es un honor ser amigo y compañero de Naranjo, nayarita, representante de todo el pueblo Bacacalderonista, en el indudable victorioso Ciudadjuarense MURO DE LAS FLORES, que ha cubierto de gloria a la patria, por simbolizar la crónica de una derrota anunciada, como lo es el muro de Trump.
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